domingo, 17 de noviembre de 2013

Luis de Uznaga y Amézaga - La Historia Prohibida


"Estos pensamientos giran en mi cabeza todos los días para que yo pueda ser capaz de elegir la mejor defensa de presentarse la ocasión, y como sea dictada por mi poca prudencia y experiencia."


Luis de Uznaga y Amézaga al Marqués de Grimaldi, 8 de Junio de 1770.

La loable y noble civilización a la cual pertenecemos los hispanos, es fecunda en hijos aguerridos y valientes. Nuestra casta se encuentra excelsa por la ardua labor única y sin comparación que nuestros ancestros han elaborado, siendo la forja de una historia sublime la herencia más valiosa que pudiésemos recibir.

Sería la más mezquina de las falsedades el negar el crucial papel que la Civilización Hispana tuvo en la historia del mundo, pues fue en lengua ibérica en que se pronunciaron los primeros mandos y órdenes en defensa de aquella joven Europa medieval frente a la amenaza morisca. ¿Qué sería hoy de occidente y la cristiandad sin los ocho siglos de lucha emprendidos por los hispanos?

Episodios muchas veces ignorados son los que componen una de las gestas históricas más sublimes de Europa, ante la decadencia contemporánea se comete el error de ver a Hispania como una continua sucesión de desaciertos, cuando en realidad se trata de algo mucho más profundo y que requeriría la más extensa de las comprensiones en temas históricos, políticos y sociológicos. Hispania al igual que cualquier sistema de creación humana, cumple con el ineludible ciclo de nacimiento-apogeo-decadencia. No obstante, frente a la decrepitud todo sistema se encuentra ante dos vías: el cese definitivo de su existencia, o la vuelta a su apogeo.

Ante la esperanzadora posibilidad de una nueva vuelta del ciclo, en lo que se pudiese denominar como "Despertar Hispano", escribo éstas breves líneas con la finalidad de colocar nuevamente en la palestra la significación de nuestro pasado, y por supuesto, lo noble de nuestro origen cultural. Siendo la primera piedra de éste complejo templo el rescate paulatino de aquellos nombres a quiénes debemos nuestra identidad, a pesar de ser hoy condenados al olvido.

A modo de Revisionismo Histórico, presento una breve apreciación biográfica de Luis de Uznaga y Amézaga, Gobernador de la Provincia de Luisiana y Primer Capitán General de la Capitanía General de Venezuela.

Luis de Uznaga y Amézaga nació en Málaga en 1721, hijo de una reconocida familia vasca. A sus 14 años lucha en Italia durante la Guerra de Sucesión Polaca. En dicha guerra, el Imperio Español intervino a favor de los polacos leales a Stanislaw I, teniendo como aliados al Ducado de Parma, el Reino de Sardinia y Francia. Cómo antagonistas, se enfrentaron a la fuerza bélica del Imperio Ruso, la Austria de los Habsburgo, el Electorado de Sajonia y el Reino de Prusia. En éste episodio, fue promovido al rango de Brigadier.

En 1740 es transferido primero a la Habana y luego a Santiago de Cuba, donde ocupa el oficio de Gobernador.  En la Guerra de los Siete Años (1756-1763), España se une en fase tardía cómo aliado de Francia con el objeto de proteger sus territorios americanos frente al expansionismo británico. Recae en 1762 sobre Uznaga y Amézaga la responsabilidad de defender a Cuba durante el cruento asedio realizado por el Imperio Británico.

La Guerra de los Siete Años culmina con un resultado adverso para la coalisión en que España fue participante, no obstante, debido al tratado secreto de Fountainebleau (1762) y el tratado de París (1763), España logra consolidar su dominio parcial del norte de América. Precisamente en 1762 Francia es incapaz de defender a sus posesiones canadienses del avance británico, razón por la cuál propone cederle a España bajo el más estricto de los secretos, la administración de Luisana lo cuál sería aceptado por Carlos III.

Cuando finaliza formalmente la Guerra de los Siete Años el 10 de febrero 1763 con la firma del Tratado de París, España se ve obligada a ceder ante el Imperio Británico la provincia de Florida. Por su parte, la derrotada Francia acordó dividir la provincia de Luisiana teniendo como punto de referencia al Río Missisipi, otorgando el este a Gran Bretaña, a excepción de Nueva Orleans. La parte oeste de Luisania le correspondería a Francia.

En consecuencia, las naciones acordaron un período pacífico de cuatro años, en donde los colonos resididos en Luisiana podrían decidir vivir en la zona administrada por "Francia" o por el Imperio Británico. Francia entrecomillas, pues seguía vigente el Pacto de Fountainebleau, por lo que la nueva administración sería en realidad española, y la misma no sería revelada a los colonos franceses sino hasta el 21 de Abril de 1764, en una carta enviada por el rey francés al gobernador de la provincia.

España envía al General Antonio de Ulloa, quién al arribar a Luisana el 5 de marzo de 1766 se encuentra con el descontento de parte de los colonos franceses, quiénes se niegan a acatar sus mandatos como nuevo gobernador de la ahora provincia española. Las hostilidades se incrementaron y finalmente desembocaron en la Rebelión de 1768, cuando un grupo de conspiradores anti-hispánicos conformaron una milicia francófila y se dedicaron a acabar con el gobierno de Ulloa.

Al parecer la rebelión se dio acabo aprovechando el reducido número de tropas españolas que acompañaban a  Antonio de Ulloa (75 soldados), además del descontento generalizado ante la propuesta del mismo de adoptar al peso como divisa oficial y las leyes del Imperio Español. El 1 de Noviembre del mismo año, Antonio de Ulloa y su esposa embarazada fueron forzados a abandonar Luisana en una flotilla española.

La respuesta española no vendría sino hasta el 19 de julio de 1769, cuando el Conde Alejandro O'Reilly arribó junto a Luis de Uznaga y Amézaga y aproximadamente 2000 tropas españolas a Luisana con la sola intención de aplastar la rebelión y restituir el mando español. O'Reilly fue un irlandés profundamente católico, quién siguiendo sus convicciones religiosas decidió servir desde joven en el ejército español. Fue apodado como "el sangriento" por haber arrestado y ejecutado a los seis líderes de la conspiración, luego de haberles invitado a una "cordial" cena de negociación.

Su fiereza arrasó con todo vestigio de rebeldía francófila, imponiendo desde entonces el incuestionable y definitivo mando español. Ante la partida del mariscal de campo O'Reilly en 1770, el coronel Uznaga y Amézaga asume el mando del Cabildo y en general del gobierno de la provincia española de Luisana. Su labor como gobernador fue aplaudida tanto por la administración española como por los pobladores de origen francés, estando sus políticas enmarcadas en el cariz de la reconciliación. Su desenvolvimiento como gobernador logró limar las asperezas y apaciguar definitivamente las rencillas y resentimientos despertados por la crudeza de su antecesor.

Una de las acciones más llamativas como principal rector y promotor de la conciliación, sería su matrimonio en 1770 con Marie Elizabeth de St. Maxent, la hija de uno de los más influyentes oficiales y comerciantes de la Luisana francófona.

Aparte de la proeza de pacificar la Luisana hispánica, Uznaga y Amézaga participó activamente en la Guerra de Independencia norteamericana, colaborando con las 13 colonias rebeldes, en concordancia con las órdenes del rey Carlos III. Gracias al acertado apoyo de la corona española en la lucha contra el yugo británico, los nacientes Estados Unidos de América devuelven el territorio de la Florida al Imperio Español. Con ésto se consolidaría la esfera hispánica en el norte de América, contradiciendo el mito de que la hispanidad americana terminaba en México.

Tras una estela de éxitos como gobernador de Luisana, Carlos III lo encomendaría a asumir el cargo de Capitán General en la recién creada Capitanía General de Venezuela el 8 de septiembre de 1777. Fecha que debiera ser rememorada en los libros de historia de Venezuela cómo la primera en demarcar el surgimiento de la identidad venezolana, y que desafortunadamente ha sido omitida deliberadamente con el objeto de facilitar la tergiversación del pasado a través de una reinterpretación propagandística cargada de resentimiento.

Para culminar con éste esbozo de biografía, vale la pena acotar que Uznaga y Amézaga gobernó a Venezuela hasta el 10 de diciembre de 1782. A partir de ésta fecha Pedro de Nava se encargaría de la administración venezolana mientras que Uznaga y Amézaga retomaría su puesto como gobernador de Cuba hasta 1785. Muere en Málaga en 1793.

Luis Uznaga y Amézaga debiera ser entonces reivindicado como uno de nuestros primeros gobernantes, junto a la figura de Carlos III, quién al integrar las provincias de Cumaná, Maracaibo, Guayana, Trinidad y Margarita, crea la Capitanía General de Venezuela. ¿Cuál es entonces el miedo por denunciar la falsedad del término "colonia española"? Después de todo, los venezolanos fuimos parte de un Imperio, gústele o no a los manipuladores de oficio y traficantes de esperanza.




































miércoles, 13 de noviembre de 2013

Asesinato de Carlos Delgado Chalbaud - I


Hoy, 13 de Noviembre de 2013, se conmemoran 63 años del terrible asesinato de Carlos Delgado Chalbaud, presidente de la Junta Militar que dirigió el destino de Venezuela durante dos años.

Lamentablemente su muerte ha sido manipulada sin ningún ápice de moralidad para complacer los intereses políticos de más de un pillo. Por ello, en las siguientes publicaciones que haré de manera fragmentada, debido a lo profundo e interesante del tema, me dedicaré a la tarea de dar algo de luz sobre tan oscurecido panorama.

Como siempre, me encomendaré a San Agustín de Hipona y asumiré sus palabras: "La verdad es como un león. Déjala libre, ella se defenderá sola".

Usualmente la imparcialidad con que se ven los hechos históricos está influenciado por la distancia temporal en el que se ubican los mismos con respecto a nuestros días, y cómo más de uno se habrá dado cuenta, medio siglo no es nada en términos historiográficos por lo que es comprensible que sigan existiendo pasiones encontradas.

Para abordar éste tema sin que se me acuse de citar únicamente fuentes parcializadas, recomiendo el libro La verdad sobre el asesinato de Carlos Delgado Chalbaud, no porque sea un admirador de Oscar Yanes (me declaro culpable pero no viene al caso), sino porque la primera parte es nada más y nada menos que la biografía política de Rafael Simón Urbina y su relación con Román Delgado Chalbaud, de donde surgirían los problemas político/personales que más adelante heredaría el hijo de éste último: Carlos Delgado Chalbaud.

A todas éstas, ¿Quién fue ésa tal Rafael Simón Urbina?

Es una pena que tan curioso personaje no se dé a estudiar en la mayoría de los centros de estudios venezolanos, siendo su participación decisiva en el rumbo político que tomó la Venezuela de los años cincuentas

Su padre fue Antonio Urbina Chirinos, una suerte de “guerrillero decimonónico”, quién luchaba nada más y nada menos que para José Manuel “El Mocho” Hernández, quien en vida fue un caudillo y el fundador del Partido Liberal Nacionalista (1897). Evidentemente, ésa vocación para la lucha política en términos bélicos so convertiría en la más importante herencia que recibiría Rafael Simón de parte de su padre, quien emulando los pasos del mismo, se dedicó a combatir mediante la lucha armada al gobierno del General Juan Vicente Gómez.

Es en éste afán de derrocar la preclara dictadura del Benemérito,  Rafael Simón Urbina conoció a dirigentes, y a algunos truhanes, políticos de todo aspecto. Desde sinvergüenzas de oficio como Gustavo Machado, el mismo que siendo un burgués del Country Club funda el Partido Comunista de Venezuela, hasta Román Delgado Chalbaud; ésta último a pesar de ser depositario de la confianza del Benemérito decidió traicionarle y unirse a las fuerzas insurgentes, por cierto, Román es el padre de Carlos Delgado Chalbaud.

Precisamente ésa relación basada en intereses políticos es la que genera los roces personales entre Rafael Simón Urbina y Román Delgado Chalbaud, cuestión heredara por Carlos Delgado Chalbaud y que ligada a la férrea oposición demostrada por Urbina frente al gobierno de la Junta Militar, desemboca en la tragedia de la Quinta Maritza.

En conclusión fue Rafael Simón Urbina el autor intelectual del crimen, siendo el dueño de la mano ejecutora un hombre llamado Pedro Antonio Díaz.

No debemos reducir un hecho histórico a la simple lógica "a éste lo mataron para colocar a éste otro en el poder" cuando harto es conocido que quienes de lege están en el poder no siempre son los que le ejercen de facto. En éste orden de ideas, el asesinato de Delgado Chalbaud en nada benefició al ejercicio del poder por parte de Marcos Pérez Jiménez, en caso de ser verdad, como dicen algunos, que él supuestamente siempre estuvo al mando desde 1948.

Además, conocidas son las arengas en que Marcos Pérez Jiménez siendo mayor y dirigente de la Unión Militar Patriótica, exhortaba a apoyar el futuro liderazgo de Carlos Delgado Chalbaud, siendo su afán el  de asumir la ardua tarea de modernizar las Fuerzas Armadas.

Entonces, ¿Realmente benefició políticamente a Marcos Pérez Jiménez el asesinato de Carlos Delgado Chalbaud? Por supuesto que NO.

No era necesario, pues según los tergiversadores histéricos e históricos Marcos Pérez Jiménez "siempre tuvo el poder".

No era práctico, pues quedaba la dictadura muy mal parada si en sus narices ejecutaban a nada más y nada menos que al presidente de Venezuela. Dando así una lastimera impresión de debilidad.

No era  productivo, pues el simple asesinato político de dirigentes oficiales con profundas raíces y relaciones con demás funcionarios, significaría un quiebre o una fractura en el seno del gobierno.

Ante éstos argumentos, es más que obvio que toda acusación en contra de Marcos Pérez Jiménez relacionada con el asesinato de Carlos Delgado Chalbaud, tiene como origen la propaganda negra de sus enemigos políticos, los mismos que asumieron el poder el 23 de Enero de 1958 y convirtieron los panfletos en libros de historia.