"Estos pensamientos giran en mi cabeza todos los días para que yo pueda ser capaz de elegir la mejor defensa de presentarse la ocasión, y como sea dictada por mi poca prudencia y experiencia."
Luis de Uznaga y Amézaga al Marqués de Grimaldi, 8 de Junio de 1770.
La loable y noble civilización a la cual pertenecemos los hispanos, es fecunda en hijos aguerridos y valientes. Nuestra casta se encuentra excelsa por la ardua labor única y sin comparación que nuestros ancestros han elaborado, siendo la forja de una historia sublime la herencia más valiosa que pudiésemos recibir.
Sería la más mezquina de las falsedades el negar el crucial papel que la Civilización Hispana tuvo en la historia del mundo, pues fue en lengua ibérica en que se pronunciaron los primeros mandos y órdenes en defensa de aquella joven Europa medieval frente a la amenaza morisca. ¿Qué sería hoy de occidente y la cristiandad sin los ocho siglos de lucha emprendidos por los hispanos?
Episodios muchas veces ignorados son los que componen una de las gestas históricas más sublimes de Europa, ante la decadencia contemporánea se comete el error de ver a Hispania como una continua sucesión de desaciertos, cuando en realidad se trata de algo mucho más profundo y que requeriría la más extensa de las comprensiones en temas históricos, políticos y sociológicos. Hispania al igual que cualquier sistema de creación humana, cumple con el ineludible ciclo de nacimiento-apogeo-decadencia. No obstante, frente a la decrepitud todo sistema se encuentra ante dos vías: el cese definitivo de su existencia, o la vuelta a su apogeo.
Ante la esperanzadora posibilidad de una nueva vuelta del ciclo, en lo que se pudiese denominar como "Despertar Hispano", escribo éstas breves líneas con la finalidad de colocar nuevamente en la palestra la significación de nuestro pasado, y por supuesto, lo noble de nuestro origen cultural. Siendo la primera piedra de éste complejo templo el rescate paulatino de aquellos nombres a quiénes debemos nuestra identidad, a pesar de ser hoy condenados al olvido.
A modo de Revisionismo Histórico, presento una breve apreciación biográfica de Luis de Uznaga y Amézaga, Gobernador de la Provincia de Luisiana y Primer Capitán General de la Capitanía General de Venezuela.
Luis de Uznaga y Amézaga nació en Málaga en 1721, hijo de una reconocida familia vasca. A sus 14 años lucha en Italia durante la Guerra de Sucesión Polaca. En dicha guerra, el Imperio Español intervino a favor de los polacos leales a Stanislaw I, teniendo como aliados al Ducado de Parma, el Reino de Sardinia y Francia. Cómo antagonistas, se enfrentaron a la fuerza bélica del Imperio Ruso, la Austria de los Habsburgo, el Electorado de Sajonia y el Reino de Prusia. En éste episodio, fue promovido al rango de Brigadier.
En 1740 es transferido primero a la Habana y luego a Santiago de Cuba, donde ocupa el oficio de Gobernador. En la Guerra de los Siete Años (1756-1763), España se une en fase tardía cómo aliado de Francia con el objeto de proteger sus territorios americanos frente al expansionismo británico. Recae en 1762 sobre Uznaga y Amézaga la responsabilidad de defender a Cuba durante el cruento asedio realizado por el Imperio Británico.
La Guerra de los Siete Años culmina con un resultado adverso para la coalisión en que España fue participante, no obstante, debido al tratado secreto de Fountainebleau (1762) y el tratado de París (1763), España logra consolidar su dominio parcial del norte de América. Precisamente en 1762 Francia es incapaz de defender a sus posesiones canadienses del avance británico, razón por la cuál propone cederle a España bajo el más estricto de los secretos, la administración de Luisana lo cuál sería aceptado por Carlos III.
Cuando finaliza formalmente la Guerra de los Siete Años el 10 de febrero 1763 con la firma del Tratado de París, España se ve obligada a ceder ante el Imperio Británico la provincia de Florida. Por su parte, la derrotada Francia acordó dividir la provincia de Luisiana teniendo como punto de referencia al Río Missisipi, otorgando el este a Gran Bretaña, a excepción de Nueva Orleans. La parte oeste de Luisania le correspondería a Francia.
En consecuencia, las naciones acordaron un período pacífico de cuatro años, en donde los colonos resididos en Luisiana podrían decidir vivir en la zona administrada por "Francia" o por el Imperio Británico. Francia entrecomillas, pues seguía vigente el Pacto de Fountainebleau, por lo que la nueva administración sería en realidad española, y la misma no sería revelada a los colonos franceses sino hasta el 21 de Abril de 1764, en una carta enviada por el rey francés al gobernador de la provincia.
España envía al General Antonio de Ulloa, quién al arribar a Luisana el 5 de marzo de 1766 se encuentra con el descontento de parte de los colonos franceses, quiénes se niegan a acatar sus mandatos como nuevo gobernador de la ahora provincia española. Las hostilidades se incrementaron y finalmente desembocaron en la Rebelión de 1768, cuando un grupo de conspiradores anti-hispánicos conformaron una milicia francófila y se dedicaron a acabar con el gobierno de Ulloa.
Al parecer la rebelión se dio acabo aprovechando el reducido número de tropas españolas que acompañaban a Antonio de Ulloa (75 soldados), además del descontento generalizado ante la propuesta del mismo de adoptar al peso como divisa oficial y las leyes del Imperio Español. El 1 de Noviembre del mismo año, Antonio de Ulloa y su esposa embarazada fueron forzados a abandonar Luisana en una flotilla española.
La respuesta española no vendría sino hasta el 19 de julio de 1769, cuando el Conde Alejandro O'Reilly arribó junto a Luis de Uznaga y Amézaga y aproximadamente 2000 tropas españolas a Luisana con la sola intención de aplastar la rebelión y restituir el mando español. O'Reilly fue un irlandés profundamente católico, quién siguiendo sus convicciones religiosas decidió servir desde joven en el ejército español. Fue apodado como "el sangriento" por haber arrestado y ejecutado a los seis líderes de la conspiración, luego de haberles invitado a una "cordial" cena de negociación.
Su fiereza arrasó con todo vestigio de rebeldía francófila, imponiendo desde entonces el incuestionable y definitivo mando español. Ante la partida del mariscal de campo O'Reilly en 1770, el coronel Uznaga y Amézaga asume el mando del Cabildo y en general del gobierno de la provincia española de Luisana. Su labor como gobernador fue aplaudida tanto por la administración española como por los pobladores de origen francés, estando sus políticas enmarcadas en el cariz de la reconciliación. Su desenvolvimiento como gobernador logró limar las asperezas y apaciguar definitivamente las rencillas y resentimientos despertados por la crudeza de su antecesor.
Una de las acciones más llamativas como principal rector y promotor de la conciliación, sería su matrimonio en 1770 con Marie Elizabeth de St. Maxent, la hija de uno de los más influyentes oficiales y comerciantes de la Luisana francófona.
Aparte de la proeza de pacificar la Luisana hispánica, Uznaga y Amézaga participó activamente en la Guerra de Independencia norteamericana, colaborando con las 13 colonias rebeldes, en concordancia con las órdenes del rey Carlos III. Gracias al acertado apoyo de la corona española en la lucha contra el yugo británico, los nacientes Estados Unidos de América devuelven el territorio de la Florida al Imperio Español. Con ésto se consolidaría la esfera hispánica en el norte de América, contradiciendo el mito de que la hispanidad americana terminaba en México.
Tras una estela de éxitos como gobernador de Luisana, Carlos III lo encomendaría a asumir el cargo de Capitán General en la recién creada Capitanía General de Venezuela el 8 de septiembre de 1777. Fecha que debiera ser rememorada en los libros de historia de Venezuela cómo la primera en demarcar el surgimiento de la identidad venezolana, y que desafortunadamente ha sido omitida deliberadamente con el objeto de facilitar la tergiversación del pasado a través de una reinterpretación propagandística cargada de resentimiento.
Para culminar con éste esbozo de biografía, vale la pena acotar que Uznaga y Amézaga gobernó a Venezuela hasta el 10 de diciembre de 1782. A partir de ésta fecha Pedro de Nava se encargaría de la administración venezolana mientras que Uznaga y Amézaga retomaría su puesto como gobernador de Cuba hasta 1785. Muere en Málaga en 1793.
Luis Uznaga y Amézaga debiera ser entonces reivindicado como uno de nuestros primeros gobernantes, junto a la figura de Carlos III, quién al integrar las provincias de Cumaná, Maracaibo, Guayana, Trinidad y Margarita, crea la Capitanía General de Venezuela. ¿Cuál es entonces el miedo por denunciar la falsedad del término "colonia española"? Después de todo, los venezolanos fuimos parte de un Imperio, gústele o no a los manipuladores de oficio y traficantes de esperanza.
Episodios muchas veces ignorados son los que componen una de las gestas históricas más sublimes de Europa, ante la decadencia contemporánea se comete el error de ver a Hispania como una continua sucesión de desaciertos, cuando en realidad se trata de algo mucho más profundo y que requeriría la más extensa de las comprensiones en temas históricos, políticos y sociológicos. Hispania al igual que cualquier sistema de creación humana, cumple con el ineludible ciclo de nacimiento-apogeo-decadencia. No obstante, frente a la decrepitud todo sistema se encuentra ante dos vías: el cese definitivo de su existencia, o la vuelta a su apogeo.
Ante la esperanzadora posibilidad de una nueva vuelta del ciclo, en lo que se pudiese denominar como "Despertar Hispano", escribo éstas breves líneas con la finalidad de colocar nuevamente en la palestra la significación de nuestro pasado, y por supuesto, lo noble de nuestro origen cultural. Siendo la primera piedra de éste complejo templo el rescate paulatino de aquellos nombres a quiénes debemos nuestra identidad, a pesar de ser hoy condenados al olvido.
A modo de Revisionismo Histórico, presento una breve apreciación biográfica de Luis de Uznaga y Amézaga, Gobernador de la Provincia de Luisiana y Primer Capitán General de la Capitanía General de Venezuela.
Luis de Uznaga y Amézaga nació en Málaga en 1721, hijo de una reconocida familia vasca. A sus 14 años lucha en Italia durante la Guerra de Sucesión Polaca. En dicha guerra, el Imperio Español intervino a favor de los polacos leales a Stanislaw I, teniendo como aliados al Ducado de Parma, el Reino de Sardinia y Francia. Cómo antagonistas, se enfrentaron a la fuerza bélica del Imperio Ruso, la Austria de los Habsburgo, el Electorado de Sajonia y el Reino de Prusia. En éste episodio, fue promovido al rango de Brigadier.
En 1740 es transferido primero a la Habana y luego a Santiago de Cuba, donde ocupa el oficio de Gobernador. En la Guerra de los Siete Años (1756-1763), España se une en fase tardía cómo aliado de Francia con el objeto de proteger sus territorios americanos frente al expansionismo británico. Recae en 1762 sobre Uznaga y Amézaga la responsabilidad de defender a Cuba durante el cruento asedio realizado por el Imperio Británico.
La Guerra de los Siete Años culmina con un resultado adverso para la coalisión en que España fue participante, no obstante, debido al tratado secreto de Fountainebleau (1762) y el tratado de París (1763), España logra consolidar su dominio parcial del norte de América. Precisamente en 1762 Francia es incapaz de defender a sus posesiones canadienses del avance británico, razón por la cuál propone cederle a España bajo el más estricto de los secretos, la administración de Luisana lo cuál sería aceptado por Carlos III.
Cuando finaliza formalmente la Guerra de los Siete Años el 10 de febrero 1763 con la firma del Tratado de París, España se ve obligada a ceder ante el Imperio Británico la provincia de Florida. Por su parte, la derrotada Francia acordó dividir la provincia de Luisiana teniendo como punto de referencia al Río Missisipi, otorgando el este a Gran Bretaña, a excepción de Nueva Orleans. La parte oeste de Luisania le correspondería a Francia.
En consecuencia, las naciones acordaron un período pacífico de cuatro años, en donde los colonos resididos en Luisiana podrían decidir vivir en la zona administrada por "Francia" o por el Imperio Británico. Francia entrecomillas, pues seguía vigente el Pacto de Fountainebleau, por lo que la nueva administración sería en realidad española, y la misma no sería revelada a los colonos franceses sino hasta el 21 de Abril de 1764, en una carta enviada por el rey francés al gobernador de la provincia.
España envía al General Antonio de Ulloa, quién al arribar a Luisana el 5 de marzo de 1766 se encuentra con el descontento de parte de los colonos franceses, quiénes se niegan a acatar sus mandatos como nuevo gobernador de la ahora provincia española. Las hostilidades se incrementaron y finalmente desembocaron en la Rebelión de 1768, cuando un grupo de conspiradores anti-hispánicos conformaron una milicia francófila y se dedicaron a acabar con el gobierno de Ulloa.
Al parecer la rebelión se dio acabo aprovechando el reducido número de tropas españolas que acompañaban a Antonio de Ulloa (75 soldados), además del descontento generalizado ante la propuesta del mismo de adoptar al peso como divisa oficial y las leyes del Imperio Español. El 1 de Noviembre del mismo año, Antonio de Ulloa y su esposa embarazada fueron forzados a abandonar Luisana en una flotilla española.
La respuesta española no vendría sino hasta el 19 de julio de 1769, cuando el Conde Alejandro O'Reilly arribó junto a Luis de Uznaga y Amézaga y aproximadamente 2000 tropas españolas a Luisana con la sola intención de aplastar la rebelión y restituir el mando español. O'Reilly fue un irlandés profundamente católico, quién siguiendo sus convicciones religiosas decidió servir desde joven en el ejército español. Fue apodado como "el sangriento" por haber arrestado y ejecutado a los seis líderes de la conspiración, luego de haberles invitado a una "cordial" cena de negociación.
Su fiereza arrasó con todo vestigio de rebeldía francófila, imponiendo desde entonces el incuestionable y definitivo mando español. Ante la partida del mariscal de campo O'Reilly en 1770, el coronel Uznaga y Amézaga asume el mando del Cabildo y en general del gobierno de la provincia española de Luisana. Su labor como gobernador fue aplaudida tanto por la administración española como por los pobladores de origen francés, estando sus políticas enmarcadas en el cariz de la reconciliación. Su desenvolvimiento como gobernador logró limar las asperezas y apaciguar definitivamente las rencillas y resentimientos despertados por la crudeza de su antecesor.
Una de las acciones más llamativas como principal rector y promotor de la conciliación, sería su matrimonio en 1770 con Marie Elizabeth de St. Maxent, la hija de uno de los más influyentes oficiales y comerciantes de la Luisana francófona.
Aparte de la proeza de pacificar la Luisana hispánica, Uznaga y Amézaga participó activamente en la Guerra de Independencia norteamericana, colaborando con las 13 colonias rebeldes, en concordancia con las órdenes del rey Carlos III. Gracias al acertado apoyo de la corona española en la lucha contra el yugo británico, los nacientes Estados Unidos de América devuelven el territorio de la Florida al Imperio Español. Con ésto se consolidaría la esfera hispánica en el norte de América, contradiciendo el mito de que la hispanidad americana terminaba en México.
Tras una estela de éxitos como gobernador de Luisana, Carlos III lo encomendaría a asumir el cargo de Capitán General en la recién creada Capitanía General de Venezuela el 8 de septiembre de 1777. Fecha que debiera ser rememorada en los libros de historia de Venezuela cómo la primera en demarcar el surgimiento de la identidad venezolana, y que desafortunadamente ha sido omitida deliberadamente con el objeto de facilitar la tergiversación del pasado a través de una reinterpretación propagandística cargada de resentimiento.
Para culminar con éste esbozo de biografía, vale la pena acotar que Uznaga y Amézaga gobernó a Venezuela hasta el 10 de diciembre de 1782. A partir de ésta fecha Pedro de Nava se encargaría de la administración venezolana mientras que Uznaga y Amézaga retomaría su puesto como gobernador de Cuba hasta 1785. Muere en Málaga en 1793.
Luis Uznaga y Amézaga debiera ser entonces reivindicado como uno de nuestros primeros gobernantes, junto a la figura de Carlos III, quién al integrar las provincias de Cumaná, Maracaibo, Guayana, Trinidad y Margarita, crea la Capitanía General de Venezuela. ¿Cuál es entonces el miedo por denunciar la falsedad del término "colonia española"? Después de todo, los venezolanos fuimos parte de un Imperio, gústele o no a los manipuladores de oficio y traficantes de esperanza.