sábado, 3 de marzo de 2012

MEMENTO MORI


Sol Invictus, fulguroso y llameante, emperador centelleante de las cúspides, señor de los astros y las auroras, derrotado nuevamente por el hábito perenne de la nocturnidad.

Veterano de las legiones augustas, miembro de honor de los Triarii, soldado de una misma república e imperio, danzante de las espadas... su sangre derrama por una saeta sin rumbo.

Memento Mori.

Hermoso aforismo latino que rememora la amenaza constante, el cazador paciente que nos asecha desde el nacimiento. ¿No es maravilloso estar sentenciado a muerte por cometer el pecado de nacer?

Su invocación era obligada al momento de celebrar las más gloriosas victorias, cuando el centurión romano alcanzaba su apoteosis, en medio de las aclamaciones, su subalterno de confianza le susurraba las más sutiles palabras: “Recuerda la mortalidad”.

Muerte, eterna vencedora, con sus caricias y su sabia vigilia impregna de valor a la vida. Sin riesgos la vida sería un mero error, sin retos, sin peligro... sin temor.

Miserable parca, condenada inmisericorde que perece el no tener fin, eterna errante sin los placeres fugaces dignos de quien vive al máximo, ha de envidiarnos.

Estemos orgullosos de nuestra mortalidad física, y entreguémonos a la búsqueda de la inmortalidad intelectual, amemos tanto la historia que queramos escribirla.

"Vive como si fueras a morir ahora mismo. Piensa como si nunca fueras a morir".

Es el consejo de hoy, mañana y siempre, cortesía del Barón Giulio Cesare Evola, de quien escribiré en su debido momento.

Es así como previniendo el fin seguro y sentenciado de este espacio de disertación filosófica, y con suerte humorística, les doy la bienvenida.

Disfruten y sean parten de la bacanal, en esta cruzada dionisíaca, donde nuestra voluntad esta encaminada hacia la grandeza espiritual y hedonista. Total, en un mundo sin bien ni mal, lo que queda es luchar por lo que se le parezca.

Goethe concibió un hombre fuerte, de cultura elevada, diestro en todas las
actividades del cuerpo, con un perfecto dominio de sí mismo; un hombre que se
atreviera a concederse todo el ámbito y toda la riqueza de la naturaleza, que fuera lo
bastante resistente para esa libertad; un hombre tolerante, no por debilidad, sino por
fortaleza, porque supiera utilizar en beneficio propio incluso aquello que haría perecer a
una naturaleza mediocre; un hombre para el que no hubiera nada prohibido, a excepción
de la debilidad, ya se le dé a ésta el nombre de vicio o el de virtud. Ese espíritu que ha
llegado a liberarse está inmerso en el todo, con un fatalismo alegre y confiado, y
sustenta la creencia de que sólo lo individual es condenable, de que todo se redime y se
afirma en el conjunto; ese espíritu ya no niega nunca. Semejante ciencia es la más
elevada de todas las posibles: yo le he dado el nombre de Dionisio.”  
                                                                                       Friedrich Nietzsche

Σοφíα και θέλημα

No hay comentarios:

Publicar un comentario