jueves, 9 de enero de 2014

¡No es mi culpa!

¡No es mi culpa! Así lo declaro y no cómo un simple vago o conformista que de manera apática aleja su mirada del problema social en Venezuela. Maldigo a todos ésos defensores de lo indefendible, miserables relativistas y amantes de la infamia, condeno a ésos traficantes de esperanza que se lavan las manos diciendo que "la culpa es del hogar exclusivamente".

Pues les digo, lo que no es secreto: Amo con devoción las películas violentas, me encanta la historia militar, soy admirador de armas, me crié con juegos violentos y disfruto de vez en cuando de algo de "gore". ¿Por ello soy acaso una lacra social dedicada al crimen? ¿Acaso soy un retorcido delincuente anhelando penetrar con un cuchillo a cualquiera por sus pertenencias?

¡Por supuesto que no!

No niego la importancia de una educación basada en valores y de una familia sólida, pero NO LO ES TODO. El Estado como garante del orden y la seguridad debe ser capaz de emprender acciones para evitar que aquellos quienes carecen de una "familia sana" incurran en delito.

¿Qué hay "malandros" producto de la falta de valores? ¡Cierto! Pero por más desquiciado que sea un ser, se hallará imposibilitado de delinquir con un verdadero orden.

Mi respuesta final: Si faltan hogares en Venezuela, empecemos a promoverlos, pero si la lacra social trata de vivir en la impunidad, que sean aterrorizados con la MÁS BRUTAL Y SANGUINARIA REPRESIÓN. Al diablo la corrección política, bala en la frente para el asesino y sus secuaces. (En un Nuevo Estado, claro está, con un verdadero gobierno y no ésta cuerda de acomodados e ineptos).

Sí, me harté del afeminado discursito de "todos somos culpables", pues yo me considero un ciudadano de bien y que en nada ha provocado la multiplicación de ésas células cancerígenas.

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