lunes, 24 de septiembre de 2012

Tiempos de Dictadura: Una crítica nacionalista


En la casi nocturnidad del viernes y con el propósito de saborear lo que pudiese ser un amargo coctel de tergiversación histórica, me dirijo a una sala de cine y decido comprar el boleto a tan mentado documental.

Pese a que pudiese encontrar otros medios para analizar el film en cuestión, elijo hacer una excepción al boicot que yo mismo apoyo con la sola intención de presenciar de primera mano las impresiones realizadas por los espectadores de tan oprobiosa película.

He de confesar que alguna fibra nostálgica me motivaba a ver íconos del nacionalismo como lo es el General Marcos Pérez Jiménez en la gran pantalla. Es ahora cuando las palabras de Dalí cobran más sentido: “lo importante es que hablen de ti, aunque sea mal”. Pese a que la película se concentra en una crítica parcializada, por lo menos avivan el tema.

 Lo peor que le puede pasar a un era o a un personaje es ser condenado al olvido. Los romanos tenían esa pena reservada para los peores dirigentes, se llamaba “Damnatio Memoriae” y francamente me causa pavor tal condena, sobretodo en un mundo donde la única inmortalidad que podemos dar por segura es la memoria histórica de nuestro ser. Y sin embargo es relativa, será la inmortalidad que pueda aportar la longevidad de la especie humana, hasta que llegue el fin de ésta.

Mi primera impresión antes de atravesar las puertas del tártaro cinematográfico llamado “sala 6” fue que me encontraría con un aquelarre de la juventud adeca y marxista. Que quizás ante mis ojos vislumbraría un museo viviente del jurásico político de nuestra patria. No me equivoqué: más del setenta por ciento de los asientos estaban ocupados por miembros de la “juventud” de Acción Democrática (cuando menciono la juventud adeca, me refiero a “jóvenes” con más de 65 años”).

Entre chistes sobre los viejos tiempos y comparaciones sin fundamentos entre el Nuevo Ideal Nacional y el Socialismo del Siglo XXI pasaron los trailers. Justo allí recordé el comentario de algún politólogo que me recomendó tomarme una “Chicha A1” para sentirme en sintonía con la época. Les aseguro que la compañía involuntaria lo hizo, me sentía en pleno CEN clandestino de AD, si el fantasma de Ruiz Pineda se aparecía creo que no me sorprendería.  

De repente, los créditos iniciales empiezan y la pantalla se llena de viejas gráficas publicitarias de la época, fue un repentino viaje a los años 50’s. Debo admitir que el trabajo de fotografía y de edición fue impecable, al igual que la investigación. Es una verdadera pena que tan elaborados medios se usen para tan perversos fines. Prosigamos.

Como si de una épica se tratase, aparecen letras narrando, y casi celebrando, la caída del gomecismo y el advenimiento de una nueva era de progreso. Luego se dedicó gran parte de la introducción a la exacerbación de la democracia y la victoria de Rómulo Gallegos, llegando incluso de manera falaz a afirmar que durante el trienio adeco de realizaron obras de envergadura y que fue una era caracterizada por el desarrollo (prefiero imaginar que el narrador se adelantó al guion y estaba leyendo sobre el Nuevo Ideal Nacional).

A continuación nace una molesta e inoportuna ronda de comentaristas parcializados. Cada cinco minutos de filmación aparece la ronda de infames perturbadores del orden público y amantes del oprobio. Estamos hablando de joyas como las siguientes:

Pompeyo Márquez: Quien en su membrete aparece de manera jactanciosa como si de algún orgullo se tratara “miembro del Partido Comunista – Años 50’s”. Éste oscuro personaje fue uno de los autores tanto materiales como intelectuales de atentados de tipo terrorista durante y después del gobierno nacionalista. Es extraño ver a un asesino llorar frente a la cámara recordando “las torturas” por las cuales pasaba.

Teodoro Petkoff: El hijo pródigo de la infamia y la persona cuyos alaridos marxistas debemos escuchar gracias al abuso mediático de ciertas emisoras de televisión. También se identifica con orgullo como militante del Partido Comunista, y narra las infernales torturas a las cuales sus camaradas supuestamente fueron sometidos. Digo supuestamente porque en un ataque de senilidad o quizás de sinceridad involuntaria, admite que él jamás tuvo grandes problemas con la Seguridad Nacional, pues siempre se mantuvo bajo perfil y por ende no tuvo que ir a la clandestinidad. ¿Quizás las confesiones de un cobarde? ¡Quien sabe! Lo cierto es que Teodoro siempre fue un guerrillero frustrado que se tomaba fotos con fusiles en el jardín botánico mientras su hermano Luben Petkoff organizaba incursiones en costas venezolanas con tropas cubanas.

Simón Alberto Consalvi: Militante de Acción Democrática, por lo visto desde su nacimiento. Fue uno de los entrevistados más descarados y sin sentido de moralidad alguna. Con un tono lastimero intentó manipular al espectador mientras describía el “rin”. Con voz temblorosa comparaba a Guasina con un campo de trabajo nacional-socialista. Luego de tanta manipulación la senilidad o la sinceridad involuntaria freudiana provocó una declaración digna de tan infame adeco.

En síntesis, el límite del descaro fue sobrepasado cuando Consalvi admite ser detenido por la Seguridad Nacional por actos terroristas de su autoría. El sujeto en cuestión llega a decir literalmente “actos terroristas”, de manera orgullosa como si de un “Che” se tratara. Al percatarse de la confesión que acababa de realizar frente a la cámara, decía que eran “actos terroristas infantiles”, como si un asesinato tuviese algo de infantil.

Para cerrar su declaración con broche de oro, afirma que tal vez sí eran actos terroristas, pero que “todo es válido en nombre de la democracia”. Se nota que éste hombre fue Ministro de Relaciones Exteriores del “zar de la corrupción” Jaime Lusinchi, pues dicha frase parece sacada del discurso de algún “lobista” estadounidense en su afán de imponer elecciones libres en Estado forajido, dícese Estado con petróleo.

Américo Martín: Miembro de Acción Democrática y posteriormente militante del M.I.R (Movimiento de Izquierda Revolucionaria). Participó en acciones guerrilleras desde el gobierno nacionalista hasta el año 1971 en que Rafael Caldera decide hacer un “borrón y cuenta nueva”. Éste simpático personaje conoció personalmente a Fidel Castro, Raúl Castro y hasta a Ernesto “Che” Guevara; asesinos sin escrúpulos que le transmitieron todos sus vicios marxistas. Creo que el curriculum de éste personaje es más que suficiente para empezar a poner en duda la supuesta imparcialidad de la película.

Isabel Carmona: Dirigente y lideresa de las juventudes adecas. Según su testimonio pasó seis meses detenida en los calabozos de la Seguridad Nacional, que de repente corrige e indica que fue en la cárcel de mujeres de los Teques. Habla de tratos inhumanos y de monstruosas torturas que supuestamente fueron objeto sus compañeros. A lo largo de la película aparece anunciando “los terrores de la represión” para contrarrestar la imagen de progreso y la construcción masiva de obras para el bienestar colectivo efectuada por la “dictadura” militar.  

José Agustín Catalá: Si querían hacer un documental imparcial, creo que no se podría rayar más en lo absurdo al invitar a tan siniestro personaje. Famoso adeco que amasó una pequeña fortuna a costa de los libros plagados de mentira que publicaba sobre el gobierno del Nuevo Ideal Nacional, teniendo un puesto destacado su famoso pasquín titulado “Se llamaba S.N”, donde hace uso del elemento imaginario para retratar de manera sesgada a una institución policial y de inteligencia como lo fue la Dirección de Seguridad Nacional.

Catalá es famoso por ser una de las arañas encargadas de tejer la red de infamia que hasta el día de hoy sigue vigente: justificando los gobiernos “democráticos” puntofijistas al compararlos con la supuesta represión sobrehumana de la dictadura. Ignorando, o mejor dicho, omitiendo datos verificables, pues hasta el día de hoy, al General Marcos Pérez Jiménez no se le ha podido probar acusación alguna de asesinato o desaparición de adversarios políticos. A diferencia de los gobiernos adecopeyanos que encarnaron el terror venezolano en la famosa “DIGEPOL”, la cuál en métodos y fines superaba en malicia y alcance a la Seguridad Nacional.

Lo más cínico de su intervención es como intenta adjudicar su deformidad facial a las supuestas torturas de la Seguridad Nacional, llegando a universalizar un trato reservado únicamente a los disidentes políticos que adoptaban la violencia como forma de lucha. Pues en el mismo film evidencian como COPEI no era perseguido pese a que tenía una línea claramente opositora al gobierno.

Según la literatura infame de Catalá, la Seguridad Nacional eliminó o desapareció alrededor de sesenta personas, cuyos registros son completamente inventados por el escritor. Por su parte, Pedro Estrado llegó a hablar de una veintena de personas muertas, producto de enfrentamientos armados con la Seguridad Nacional o porque sus condiciones médicas acabaron con ellas en sus sitios de reclusión. En contra posición, los muertos y desaparecidos, producto de la represión política en el período puntofijista, rondan los tres mil según diferentes historiadores que a pesar de sus disparidades, coinciden en que la cifra sobrepasa los mil muertos.  No hablaré del SEBIN ni de demás organismos de inteligencia actuales, pues es casi imposible tener constancia de las prácticas realizada por ésa clase de instituciones cuando el gobierno está vigente.

Yolanda Moreno: Su participación simplemente me sorprendió y hasta decepcionó. Yolanda Moreno comienza su vida artística como profesional de la danza en el “Retablo de las Maravillas”, agrupación cultural creada y administrada por el gobierno nacionalista para enaltecer la cultura y el folklore venezolano. Aun así, la señora Moreno no tiene vestigio alguno de agradecimiento, catalogando de dictadura opresora al gobierno de Marcos Pérez Jiménez, admitiendo que como una simple bailarina que no se metía en política jamás tuvo problemas de ningún tipo.

Yolanda Moreno de manera ofensiva se mofa de la “Semana de la Patria” y llega a criticar el modo en que el gobierno nacionalista intentaba hacer prevalecer el amor a la patria, la identificación con la nación venezolana y el orgullo patrio frente a las diferentes tendencias políticas que pudiesen surgir. Moreno narraba con aversión y hasta con asco como “se obligaba” a la gente a sentir orgullo por la bandera y por la Patria. ¿Es acaso dañino tratar de buscar un vínculo entre los que nacimos bajo un mismo sol y nos criamos amparados por la misma tierra? Al parecer, es opresivo incentivar el amor a la Patria como modo de desarrollo cultural, intelectual, moral, económico y social; al menos a los ojos de Yolanda Moreno.

Del resto de los participantes no se puede hablar mucho, pues su tiempo de aparición es reducido en comparación con los demás entrevistados. Supongo por sus declaraciones un poco menos parcializadas. Entre ellos se encontraban un oficial del ejército que se negó a participar en el plebiscito presidencial de 1958, dos inmigrantes europeos traídos por los planes migratorios del Nuevo Ideal Nacional y Oscar Yánez, quien se encargó de la parte anecdótica de la época.

Pregunta al aire: Si en verdad se buscaba realizar un filme verdaderamente imparcial que retratara de manera fidedigna la época del gobierno nacionalista, ¿por qué se presentaron únicamente las opiniones de detractores y de uno que otro agente políticamente apático? Si iban a entrevistar guerrilleros comunistas, quienes se quejaban de ser castigados por sus delitos de lesa Patria, lo lógico hubiese sido enfrentar tales opiniones al relato de algún exdirigente de la Cruzada Cívica Nacionalista, o de algún colaborador directo del Nuevo Ideal Nacional. De ése modo, el espectador puede formar su propio juicio basado en las posiciones enfrentadas de ambos bandos.

En conclusión, de once entrevistados, ocho están claramente parcializados en contra, haciendo eco de las denuncias de represión, mientras que el resto mantiene un discurso que se podría catalogar de apolítico. Se muestra sólo una visión del período nacionalista: la contada por sus detractores. Éste detalle es suficiente como para catalogar al film de una pieza bien elaborada de propaganda política, con el fin de desprestigiar la labor del gobierno nacionalista de Marcos Pérez Jiménez.  Soy escéptico en numerosas cuestiones, pero no me cabe duda que el lanzamiento de éste film y el renacer del movimiento nacionalista venezolano no comparte un mismo período de tiempo por simple coincidencia.

Las deslegitimadas élites políticas que conducen el destino del país desde el 23 de Enero de 1958 evidencian su preocupación ante el resurgimiento del estandarte nacionalista, sus viejos temores de avivan al ver una nueva generación de jóvenes dispuestos a luchar por lo correcto. El poder político va tambaleándose paulatinamente a medida que nuevas mentes adhieren el pensamiento nacionalista como repuesta ante la crisis venezolana. Es precisamente la necesidad de construir orden lo que a muchos nos impulsa a combatir a los amigos de la infamia, quienes en el caos obtienen siempre sustanciales ganancias.

Pudiese seguir a fondo con mi crítica, pero por razones de estilo prefiero atacar los siguientes errores puntuales las cuales considero falacias históricas expuestas adrede para tergiversar el legado nacionalista.

*Los mismos “perseguidos” políticos afirman que los calabozos de la Seguridad Nacional eran un infierno terrenal, pero avanzado en film comentan a modo de anécdota que solían jugar dominó, cartas, pasear y tener acceso a otras distracciones lúdicas en el presidio. La senilidad o la sinceridad involuntaria atacan de nuevo.

*Los supuestos “perseguidos” denuncian que eran procesados por ser simples mensajeros o por hacer inocentes pintadas. Más adelante confiesan haber utilizado la lucha armada para obtener sus fines y de hasta ser partícipes de actos terroristas. El mismo film se contradice cuando muestra las imágenes de todo un arsenal incautado a un grupo de choque de Acción Democrática encabezado por Carlos Andrés Pérez. El armamento incluye decenas de pistolas y fusiles “Mauser” además de granadas. Según Pedro Estrada el plan de los sublevados era asesinar a Marcos Pérez Jiménez.

*Las “víctimas de la represión” narran el proceso de tortura del “rin”, y mencionan otros nombres de torturas sin dar detalle alguno. Aun así, se dedica gran parte del “documental” a mostrar animaciones computarizadas mostrando a agentes de la Seguridad Nacional masacrando a civiles.

*El colmo del descaro llega cuando muestran dibujos que parecieran retratar híbridos entre los gulags stalinistas y los centros de reclusión de prisioneros de las FARC, con todo y barrotes forrados por alambres de púas. Se escucha la voz temblorosa de algún comunista con música de tonos bajos cuya lentitud incita a los sentimientos más melancólicos que la psique humana pueda experimentar. Es en éste momento donde vemos el dibujo de lo que parece ser un miembro de las “S.A”, las famosas camisas pardas alemanas, golpeando con una porra al cuerpo desnudo de un disidente enterrado hasta el tronco y cuyo pecho está siendo atravesado por un espada, empujada por la bota del “esbirro”. Ésta imagen dantesca es como proyectan los calabozos de la Seguridad Nacional.

*Crítica sin fundamentos a la Semana de la Patria, tratando su cometido como si de una manifestación chauvinista se tratase. Se llega a escuchar la falacia “es más fácil militarizar a los civiles que civilizar a los militares”, como si desfilar una vez al año en vestido civil como manera de honrar a la Patria es militarizar la población.

Por lo visto, cualquier gobierno que pretenda convertir a Venezuela en una potencia o por lo menos mantener un cierto orden ciudadano, combatiendo de manera férrea al hampa será catalogado de militarista y hasta de “fascista”. Éste último adjetivo se escuchó mucho entre los espectadores cuando se proyectaban múltiples capturas de un nutrido grupo de jóvenes cadetes realizando el saludo romano en el Estadio Olímpico, la película omite aclarar que ése saludo es protocolar en los juegos olímpicos, algo que se puede evidenciar al observar la faena claramente deportiva que usaban los cadetes.

 En lo personal, creo que el debate de si era fascista o no es más que estéril, teniendo en cuenta que en la película se pretende señalar como “los buenos” de manera apriorística a una partida de demagogos responsables de la decadencia nacional y que siguen una doctrina intrínsecamente perversa, igualitaria, apátrida y materialista como lo es el comunismo.

*Yolanda Moreno llega a declarar que sentía la necesidad de tener “libertad de expresión” pese a que jamás tuvo nada que expresar. Creo que ése fue el sentimiento predominante en los venezolanos manipulados por la propaganda adecomunista.

*Pese a que se señala a Rafael Simón Urbina como el responsable de la muerte de Carlos Delgado Chalbaud, se sigue explotando la posibilidad de que el asesinato fue obra intelectual de Marcos Pérez Jiménez. Jamás se hace mención de los deseos del General Pérez Jiménez de permanecer como Ministro de la Defensa para restructurar por completo las Fuerzas Armadas. Mucho menos se explica el vínculo consanguíneo entre Carlos Delgado Chalbaud y la esposa de Marcos Pérez Jiménez, doña Flor María Chalbaud Cardona; quienes eran primos.

Durante el infame film, se muestran discursos de Chalbaud seguidos por cortos provenientes de otras filmaciones donde Marcos Pérez Jiménez fruncía el ceño en señal de desaprobación, dando a entender mediante ése collage cinematográfico que supuestamente Marcos Pérez Jiménez objetaba la presidencia de Carlos Delgado Chalbaud.

*Se tergiversa por completo la muerte de Leonardo Ruiz Pineda, haciéndolo ver como un asesinato a sangre fría, sin mencionar los registros policiales de la época en donde consta que se trató de un enfrentamiento armado entre dos agentes de la Seguridad Nacional y ocho miembros de Acción Democrática. Mucho menos se menciona que el informe de balística indica que la bala que cegó para siempre a Ruiz Pineda correspondía a las municiones usadas por los mismos adecos, y que la trayectoria provenía precisamente de una pistola de sus “compañeros”. La envidia que tenía Rómulo Betancourt hacia Ruiz Pineda es suficiente para explicar éste curioso hecho, donde la avaricia y los intereses personales pudieron más que los supuestos valores que defendían, como de costumbre, no se menciona nada de esto.

Sólo puedo terminar éste artículo con una de las frases más icónicas del general Marcos Pérez Jiménez, y quizás la clave para entender su cometido como principal garante del orden y el desarrollo de nuestra patria: “Mis obras hablan por mi”. En este orden de ideas, pese a la ola de calumnias a la que su gobierno fue objeto, prevalece la imagen honorífica de una era que dejó a las generaciones venideras una Venezuela digna, capaz de inspirar grandeza y orgullo. Es ésa la Venezuela Inmortal que cada nacionalista debe tener de inspiración, como llama perenne cuyo fulgor nos insta convertirnos en lanzas prestas a la batalla, una lucha sin cuartel ni aliados contra el oprobio, la barbarie, la incultura y la decadencia.

Sé que mis ojos presenciaran el día en que la verdad será reivindicada, y así como hoy se invierten cuantiosas sumas para proyectar los falsos relatos de un comunista trasnochado, mañana veremos exdiputados de la Cruzada Cívica Nacionalista y toda la vieja guardia de nuestro digno gremio, exponiendo de manera certera la verdad sobre nuestro pasado.

¡Dios, Patria, Honor!


viernes, 14 de septiembre de 2012

Sobre las elecciones. Primera Parte.


     Los pensamientos, las ideas, la metafísica intelectual. Nuestro mundo etéreo y sin límite natural alguno. Nuestra mente.

     Es aquél majestuoso universo individual el que nos posiciona como seres herreros capaces de forjar creaciones perennes que prolongarán nuestra existencia intelectual cuando sucumba la contraparte física.

     Ante la magnitud del poderío otorgado por nuestras mentes, lo más lógico es que como seres humanos, dedicásemos nuestras vidas a un arduo trabajo intelectual capaz de hacer engendrar la ideas que regenerarán a ésta decadente y materialista era. Nuestros sentidos deberían tener como meta la concepción de un nuevo orden, el cuál nos permitiera aprovechar de manera intensa cada instante de nuestras vidas, al tiempo que nos convirtamos en un garante del bienestar que aguardaría a las generaciones futuras.

     Lastimosamente, la meditación en que podremos inducirnos, la quietud necesaria para el desarrollo intelectual, siempre se verá interrumpido por las perturbaciones físicas del entorno, las cuales me atrevería a decir son en la mayoría de los casos provocadas por los enemigos de la humanidad, quienes desean convertir a cada hombre y mujer sobre la faz de la tierra en no más que un simple animal de rebaño al que siempre será fácil de controlar.

     Por eso, considero que nuestro deber inmediato, es acabar con aquellos perturbadores que desean la aniquilación de nuestra evolución como individuo, nación, raza y especie. La única solución se haya en dejar que nuestro espíritu de confunda con los cánticos de guerra, con el retumbar del tambor que anuncia el inicio de la batalla. Que nuestros pensamientos sean certeros como la saeta disparada por el apolíneo arquero y nuestras acciones sean la espada inmisericorde que siempre ha de dirigirse hacia los enemigos de la cultura.

     En ésta ocasión, dedicaré mis letras a un tema que agobia, preocupa e ilusiona a patriotas y enemigos en Venezuela: Las elecciones presidenciales del 7 de Octubre del año 2012.

     A pocas semanas de tan sonados comicios, considero una irresponsabilidad personal no haber dado mi opinión sobre el tema con mayor antelación, pero como algunos de mis lectores sabrán, preferiría escribir sobre otros temas. Lastimosamente, las prioridades de la época son diferentes a las que tenía proyectadas, por lo que considero necesario pronunciarme sobre el tema, dada la trascendencia que tiene para la Nación en estos tiempos de angustia.

     Antes de proseguir, quisiera advertir al lector de éstas letras, que siempre he luchado por la autenticidad de mi carácter y persona, por lo que las opiniones que pueda enunciar en éste texto podrían ser corrosivas y hasta traumáticas para usted. Quizás mis palabras me conviertan en el depositario de su odio, pero como ya lo sabrá, “prefiero ser odiado por mis ideas, que amado por ocultarlas”.

     Como último prólogo, y perdonen el oxímoron,  le sugiero haga uso de su muy “democrática tolerancia”, demuestre que no le teme a la “libertad de expresión” y lea el resto del escrito aunque le repugne el panorama que se perfila para Venezuela. Haga de cuenta que la mentira es una oscura caverna en donde ha habitado desde que tiene memoria. Que los medios de comunicación y los partidos son las cadenas que han impedido su escape de dicha cueva, y que finalmente mis palabras son parte de la verdad luminosa, que lastima momentáneamente sus delicados ojos, pues ya se acostumbraron a ver a oscuras, pero que con más exposición a la luz, quizás algún día podrán vislumbrar los amaneceres que se ha perdido. Empecemos.

     Desde que la Mesa de la Unidad Democrática anunció ante Venezuela y el mundo la candidatura única y “unitaria” de Henrique Capriles Radonski, numerosas voces disidentes del status quo empezaron a llamar la atención del candidato y de la “oposición democrática” en general sobre aquél pernicioso y difícil de abordar tema llamado “transparencia electoral”.

     Años de denuncias han pasado desde que una ciudadanía viril y guerrera se vio derrotada por la infame treta que pasaría a la historia como el “Referéndum Revocatorio Presidencial”, en donde la infame marioneta del comunismo internacional llamada Hugo Chávez,  se legitimó ante la opinión internacional y se perfiló como el heredero de la “lucha proletaria frente al capital”. Al parecer a pocos les importó el hecho de que el presidente del Consejo Nacional Electoral de aquél entonces (2004), era el izquierdista Jorge Rodríguez, miembro técnico del “Movimiento Bolivariano Revolucionario-200” desde 1997,  político de tendencia comunista desde tiempos universitarios e hijo del fundador  del partido “Liga Socialista”.

     Tres años después aquél infame personaje sería nombrado Vice-presidente de Venezuela, a modo de premio por su invaluable contribución a la revolución en el fraude del 2004. La conclusión que podemos sacar de éste episodio es la siguiente:

“Permitir la existencia de rectores parcializados en el CNE, es permitir la conspiración a favor de una determinada tendencia, y por ende, la posibilidad de un fraude electoral”.

     Obviamente son numerosos los factores que puedan permitir la elaboración de un fraude, pero en el caso de la detección de alguno de ellos, el trabajo de la Resistencia es hacer todo lo posible por resolver ése error en el Sistema Electoral. ¿Qué ha hecho la “oposición” con respecto a las autoridades actuales? Absolutamente nada.

     No conozco calificativo válido para el descaro con que se parcializó nuestro sistema electoral, simplemente señalaré los siguientes datos:

Rectores.

     La presidente del CNE, Tibisay Lucena está relacionada con la cúpula socialista desde los primeros días de la "Revolución Bolivariana”, al ser nombrada rectora suplente en 1999 por la Asamblea Nacional Constituyente, teniendo así el marxismo una fiel aliada en el sistema electoral, la cuál sería ocultada por completo ante los medios de comunicación para favorecer su coartada de mujer imparcial. Para colmo, Tibisay Lucena es egresada de la Escuela de Sociología de la UCV, una de las trincheras del comunismo junto a la escuela de Historia durante el puntofijismo.

     Sandra Oblitas Ruzza, quien ejerce la vicepresidencia del CNE, siempre ha mantenido un discurso izquierdista en cada una de sus entrevistas con la prensa, manteniendo a los medios oficiales como favoritos para la divulgación de sus opiniones. Al igual que Tibisay Lucena, es egresada de la marxista escuela de sociología de la UCV.  Ella es la encargada del viciado y sin depurar Registro Electoral Permanente.

     Por otra parte, la rectora Tania D' Amelio Cardiet, formó parte de las juventudes del partido “MVR”, fue diputada por el mismo partido del 2000 al 2005 por el estado Vargas y reelecta para el período 2006-2010 por parte del Partido Socialista Unido de Venezuela.  Perteneció al Comando Maisanta.

     La rectora Socorro Elizabeth Hernández Hernández perteneció al Partido Socialista Unido de Venezuela desde su fundación, fue presidente de CANTV y Ministra del Poder Popular para la Ciencia y la Tecnología. Es ésta fiel seguidora del comunismo internacional la encargada de la plataforma tecnológica usada en el CNE.

     Finalmente, la lista de los cinco rectores principales del CNE termina con el sociólogo aparentemente neutral Vicente Díaz, quien no ha tenido problemas en convivir con las irregularidades en el CNE, y que además tiene comprobada vinculación con el partido MAS – Movimiento Al Socialismo. En pocas palabras, es tan izquierdista como su camarada Teodoro Petkoff, quién fue guerrillero marxista alzado en armas contra el Estado venezolano, al igual que su hermano Luben Petkoff, quien otrora coordinaría en los sesentas incursiones guerrilleras provenientes de Cuba.

     Conclusión: El CNE es un ente completamente parcializado cuyos cinco rectores principales tienen comprobada vinculación con la izquierda radical. Dos de sus rectores fueron miembros del Partido Socialista Unido de Venezuela de manera notoria y por lo tanto carecen tanto de legitimidad como de legalidad. Reitero por si no quedó claro, las autoridades del CNE son tanto ilegales como ilegítimas según nuestra Constitución Nacional:

“Artículo 296. El Consejo Nacional Electoral estará integrado por cinco personas no vinculadas a organizaciones con fines políticos; tres de ellos o ellas serán postulados por la sociedad civil, uno o una por las facultades de ciencias jurídicas y políticas de las universidades nacionales, y uno o una por el Poder Ciudadano.”

     Pero como una tiranía hace caso omiso de las leyes, prosigamos al siguiente punto fraudulento.

Registro Electoral Permanente.

     El sistema electoral venezolano está basado por completo en el concepto de identidad. El requisito indispensable para ejercer el acto del sufragio es poseer la nacionalidad venezolana y ser mayor de edad. Quien cumpla, o aparente cumplir, con éstos requisitos podrá dar su opinión en torno a una facción u otra del juego político del status quo.

     Si la identidad es el requisito indispensable para votar, podemos llegar a la conclusión de que quien esté encargado de la cedulación de los venezolanos sin duda tiene una gran influencia, quizás crucial, en los comicios electorales. De nuevo el descaro y la infamia atacan de nuevo: la cedulación venezolana está a cargo del Estado forajido de Cuba bajo el parapeto de una empresa llamada “ALBET”, la cuál no es más que un disfraz más elaborado del organismo de inteligencia cubano llamado G2.

     En el año 2011, el gobierno socialista le entregó  a Cuba las concesiones necesarias para que se hicieran cargo de la cedulación electrónica de todos los venezolanos. Lo que incluye la entrega por completo de nuestros datos de identificación, permitiendo así la forja de documentos de identidad válidos para el acto de sufragio. En pocas palabras, se le dio al bastión comunista conocido como Cuba el poder para crear electores venezolanos, para así compensar las bajas de popularidad que haya podido sufrir la “Revolución Bolivariana”.

     Aun así, las irregularidades en el Registro Electoral, es decir, el número oficial de lectores, vienen apareciendo mucho antes que la traición a la patria antes mencionada. El RE no ha sido fiscalizado desde el año 2004 y presenta un crecimiento completamente desproporcional en comparación con la población venezolana. Mientras la población venezolana creció un 14% el RE lo ha hecho un estrambótico 58%.

      Además, organizaciones de la talla de EsData han contabilizado la suma de aproximadamente 2.750.000 de electores “fantasma” cuyas irregularidades permiten declarar al RE como viciado. Estos 2.750.000 de electores son suficientes para poner la balanza a favor del candidato comunista, pues tan elevada cifra supera el número de habitantes de grandes ciudades como Maracaibo o Valencia.

      Frente a éstas denuncias, la Mesa de la Unidad Democrática de manera irresponsable y en complicidad con el gobierno socialista, anunció la necesidad de una “auditoría ciudadana”, que se traduce el ignorar las irregularidades encontradas, pretendiendo catalogar como suficiente el esfuerzo amateur y efímero que pudiese hacer un ciudadano de a pie quién de casualidad se hubiese topado con algún número cédula correspondiente a un familiar fallecido.

     El rol de cualquier organización que pretenda denominarse “oposición” es exigir condiciones óptimas para ejercer de manera transparente el acto de votación. Lo cuál se traduciría en hacer la presión en las calles lo suficientemente fuere como para lograr la depuración completa del Registro Electoral Permanente, además de hacer un cambio inmediato de las autoridades que representan al CNE y por supuesto, rechazando el  esquema de votación electrónica y adoptando de nuevo el voto manual, como en España, Francia, et cetera.

     Cualquiera que haya utilizado un computador, se dará cuenta de lo fácil que es la modificación de datos en cualquier programa electrónico. Es un suicidio político el aceptar elecciones electrónicas, a sabiendas que países como Alemania o Japón reconocieron como inefectivo y hasta fraudulento dicho método de votación. 

sábado, 18 de agosto de 2012

Contra el Desarme Civil


...No me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya el desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatomía económica de éstas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases...”
                        
Karl Marx, Carta a Joseph Weydemeyer, 5 de marzo de 1852

            Contadas serán las veces en que inicie un escrito citando como preámbulo la obra del algún infame enemigo de la especie humana, como lo fue Karl Marx, pero ciertos tópicos requieren que el lector comprenda a qué nos estamos enfrentando, pues como diría tanto la Biblia como Sun Tsu, debemos conocer a nuestros enemigos.

            Reiteradas veces, los dirigentes del actual gobierno han hecho énfasis en la raíz ideológica marxista en la que basan sus actuaciones políticas, de manera orgullosa y hasta pedante han tratado de demostrar su antigua filiación a guerrillas comunistas como si de un enorme mérito se tratara. Se hinchan el pecho al relatar como si fuese una proeza el cómo coordinaron alguna vez junto al ejército cubano la invasión de Machurucuto el 10 de mayo de 1967, donde mártires de nuestras Fuerzas Armadas derramaron su sangre en el campo de batalla para evitar la infiltración marxista que éstos apátridas preparaban.

            Son éstas bestias las que pretenden implantar la más cruel de las tiranías bajo el traje democrático confeccionado a su medida por una “oposición” controlada por completo por los altos funcionarios del gobierno. Para lograr tan infame objetivo, los marxistas se valen del resentimiento y la mentira para convencer a la mitad de la población de batirse en duelo mortal contra la otra parte, generando con ésta masacre un gobierno tiránico que busca justificar su existencia argumentando que es la voluntad del pobre y del oprimido la que ellos defienden.

            Este guión está basado en la interpretación lógica de los escritos de Marx, los cuales llaman a la “lucha de clases”, supuesta batalla que se dará a cabo entre las dos principales clases sociales, “burguesía y proletariado”. La síntesis de éste enfrentamiento será el surgimiento de la “Dictadura del Proletariado”, donde el oprimido de ayer tendrá la oportunidad de ser el opresor del mañana.

            “La tiranía del esclavo es la peor de todas, porque éste gobernará con resentimiento.

Esa era la opinión que Platón esgrimía en “La República” sobre una posible subversión del orden natural de las cosas siglos antes del nacimiento de la tesis marxista. Y no está demás señalar la aptitud revanchista con que cada dirigente del PSUV se pronuncia y actúa: la desarticulación paulatina de la institución castrense responde a una vendetta en nombre de los intentos frustrados de implantar el comunismo a la fuerza, además de una táctica para asegurar la lealtad de las armas en el país.

Desafortunadamente para los amantes de la infamia, el análisis social realizado por Karl Marx es completamente falaz y deleznable, empezando por el hecho de que nuestra sociedad tiene numerosos estratos que por sus diferencias sociales y económicas se nos hace imposible categorizarlas como “burgueses” o “proletarios”. Para solventar éste craso error, el marxista acusa a los estratos intermedios de no poseer “consciencia de clase”, por lo que supuestamente el sistema lo convierte en un simple peón al servicio del capital.

Comprendiendo el significado del discurso marxista, podemos analizar cómo el gobierno socialista de Venezuela, presidido por el Foro de Sao Paulo, está cada día más cerca de iniciar la Lucha de Clases. El principal obstáculo que tienen es la existencia de una numerosa y trabajadora “Clase Media”, que actúa como barrera entre el enfrentamiento de los dos extremos de la escala económica. La clase media es el tercer factor, la otra variable de la ecuación que impide la lucha sin cuartel y sin piedad entre los hijos de una misma nación.

Naturalmente, el marxismo buscará la eliminación a como dé lugar de la clase media nacional. Esto explica la “proletarización” paulatina de la clase media ejercida por el gobierno nacional. El giro indecoroso y catastrófico que dio nuestra economía cada vez más vejada no se debe a la “mala administración” del gobierno como pretenden hacer ver los agentes de la “Mesa de la Unidad Democrática”. Todo lo contrario, la economía venezolana está en manos de economistas y analistas completamente expertos y capaces, cuya única misión consiste en empobrecer lo más posible a la clase media, hasta lograr su desaparición por completo. Eliminando ése “muro de contención” no existirá mayor desafío al momento de hacer “el llamado a la liberación del proletario” mediante la vía armada.

Y justamente son las armas el tema central de éste escrito. El gobierno nacional intentará implantar su tan anhelada “dictadura del proletariado”, pero para esto no puede utilizar de manera frontal a la institución castrense, pues justificaría con ello la intervención de entes internacionales que catalogarían como una acción forajida el enfrentamiento de militares con civiles. No, ésta lucha tendría que ser entre civiles, siendo el gobierno el director de tan macabra orquesta. Es por estos motivos que los agentes de la tiranía promueven la creación de campos de instrucción guerrillera y también es la razón por la cual el gobierno sigue suministrando armas a “colectivos” y grupos paramilitares como “La Piedrita”.

La historia jamás ha sido responsable de los errores del ser humano, es el hombre mediocre el único causante de sus desgracias al querer ignorar los llamados de atención que aguardan en cada libro de historia. Cuando los gobiernos han intentado trasgredir los derechos inherentes a la condición de ciudadano, se han topado con la resistencia civil, cuya utilidad y eficacia depende en el grado de intransigencia y combatividad que la sociedad civil esté dispuesta a adoptar.

Es por algo que los grandes cambios políticos no se alcanzaron precisamente por la vía del sufragio, pretender detener la implantación de una tiranía con votos es irrisorio y hasta irresponsable.

Es en éste punto angular donde entra en discusión la tan aclamada “Ley Desarme”. Según la “oposición”, la Ley Desarme es necesaria para reducir los altos índices de criminalidad, obviando por completo el hecho de que un profesional del crimen, un ser dedicado al asesinato, robo y extorsión jamás se arriesgaría al adquirir un arma de fuego por la ya engorrosa vía legal. El hampón obtiene sus “herramientas de trabajo” directamente del mercado negro, muchas veces promovido por el mismo gobierno.

Ante nuestra lógica objeción, la MUD argumenta que el hampón se siente atraído al crimen por la posibilidad de que un civil esté armado, lo cual lo convierte en un “apetitoso” botín dado el alto coste que tiene un arma de fuego en el mercado negro. Mi respuesta es que lo único que lograrán será quizás reducir el número de creyentes en los “Santos Malandros”, que es la manera esotérica en que los hampones se “protegen” o “evitan” encontrarse con un civil armado. Al mantener cada vez más indefensa a la población, el hampón encontrará todo un universo de desamparados para poder delinquir a sus anchas. No es de extrañar que se contagie el fenómeno del crimen recreacional, tristemente célebre en Venezuela, en que el criminal comete sus fechorías no por necesidades económicas sino psicológicas, pues de ese modo encuentra entretenimiento.

Como venezolanos, debemos reivindicar nuestro derecho a portar armas de fuego de manera legal, pues de ello depende nuestra seguridad frente a la incapacidad gubernamental, además de convertirse en un obstáculo constante a la implantación de una tiranía. Quienes desde la oposición hablan de conciliación y piden a gritos la “Ley Desarme”, únicamente contribuyen a la profundización y empoderamiento del actual sistema socialista, el cuál se transformará en comunista cuando logre abolir la familia, la propiedad privada, la religión, las clases sociales y nuestra identidad nacional.

¿Qué hacer? La respuesta es más que evidente, movilizarnos como sociedad civil en contra de la Ley Desarme pese a que los dirigentes tanto del chavismo como la oposición la avalen. Necesitamos por el bien de nuestra patria defender la tenencia legal de armas de fuego si es que todavía sentimos el anhelo por una Venezuela libre de toda tiranía.

jueves, 16 de agosto de 2012

Nacionalismo y obrero: un mismo bando.


“Es mal capital, en la cuestión que estamos tratando, suponer que una clase social sea espontáneamente enemiga de la otra, como si la naturaleza hubiera dispuesto a los ricos y a los pobres para combatirse mutuamente en un perpetuo duelo. […]. Ambas se necesitan en absoluto: ni el capital puede subsistir sin el trabajo, ni el trabajo sin el capital. El acuerdo engendra la belleza y el orden de las cosas; por el contrario, de la persistencia de la lucha tiene que derivarse necesariamente la confusión juntamente con un bárbaro salvajismo.”
                         León XIII, Encíclica Papal “Rerum Novarum”.

            Toda acción que caracterice al movimiento nacionalista, ha de reflejar la profunda ética social que cada miembro de nuestra cruzada patriótica debe poseer. Es estéril ondear con esmero una bandera o entonar con pasión un himno sagrado cuando el patriotismo esgrimido no se traduce en mejorías para la colectividad nacional.

            Siguiendo éste orden de ideas, quienes adoptamos como ideal político y filosofía de vida al estandarte del nacionalismo, debemos acabar con los mitos que rodean al concepto de “nación”, empezando por declarar que ésta no es una idea abstracta, ni un terruño añorado delimitado por fronteras físicas. La Nación es una idea concreta, es la colectividad que comparte una misma historia y un mismo destino, son los nombres que regaron con sangre los campos de nuestra tierra para cultivar un futuro brillante que se traduce en el bienestar de cada parte del todo.

            Parte de la obra nacionalista ha de ser la reivindicación plena de los derechos inherentes a la condición de obrero, el cuál independientemente de su labor o papel en las relaciones de producción sigue siendo un ciudadano.   Su trabajo lejos de estar dedicado a la “emancipación de su clase social” como sugerirían los marxistas, o al enriquecimiento de sus patrones; debiera asegurar un futuro próspero para su Patria por encima de los intereses comerciales o personales.

            El día 1ero de Mayo de cada año se celebra en el mundo occidental el “día del trabajador”, cuando distintos “comerciantes de esperanza” desde organizaciones sindicales hasta partidos políticos y demás manipuladores de oficio compiten entre sí por ver quien se perfila como el defensor del obrero oprimido con el discurso más apasionado e hipócrita que sus dirigentes puedan proferir.

            También es una oportunidad en que los dirigentes de izquierda pueden sembrar la discordia entre los trabajadores, al impartirles el credo marxista y fragmentario que anuncia la tan anhelada “lucha de clases” como que si se tratarse de una definitiva redención religiosa. Ésta mentada lucha de clases no es más que una guerra intestina entre compatriotas que combaten por el predominio de un estrato, definido por la materialista y efímera escala monetaria.

            En 1891 el Papa León XIII redactaría la Encíclica Papal “Rerum Novarum”, donde expondría la necesidad de unificar los criterios de cada estrato de la sociedad, en lugar de explotar sus divisiones. Como reza la tesis aristotélica, el trabajo intelectual y el trabajo físico se necesitan uno al otro, únicamente el equilibrio entre ellos dos garantiza el bienestar de la sociedad. Los nacionalistas compartimos ésta vía de pensamiento, y nos oponemos tanto a la “dictadura del proletariado” como a la “dictadura de la burguesía”, ante nuestros ojos no debe haber distingo de clase alguna cuando vemos a un compatriota.

            Siguiendo ésta tónica, la Organización de Estudiantes Nacionalistas – ORDEN, decidió marchar el día 1ero de Mayo del 2012 para brindarle una nueva propuesta al trabajador venezolano: la reivindicación de la patria por encima de las diferencias económicas, sociales o políticas.

            Bajo un azul intenso y guiados por el siempre brillante sol de mayo, típico de nuestra época de sequía, se alzaba una pancarta cuyas letras rezaban “Nuestro trabajo es por Venezuela, no a las leyes comunistas”, mensaje flanqueado por la efigie de un trabajador decorado con los colores del tricolor patrio. Nuestro paso se mantenía constante entre filas de marxistas que con improperios intentaban deslegitimar nuestra lucha en contra de la manipulación.

            A pesar que nos encontrábamos supuestamente en una marcha opositora, el ambiente era digno del más abnegado mitin chavista: el color rojo invadía las calles al aparecer sin límites en los pendones, carteles y banderas de cada agrupación política. Los perfiles de Lenin, Mao, Marx y Ernesto “Che” Guevara eran las insignias favorecidas por los supuestos representantes del trabajador opositor a Chávez. Aun así, los ojos esperanzados de algún viejo obrero apolítico cuya mente está cansada de la dialéctica marxista nos daban ánimos de seguir con nuestra misión.

            Quizás el episodio más llamativo de nuestra jornada fue el encuentro con los desinformadores profesionales de VTV, el canal estadal usado por el gobierno socialista como una trinchera de propaganda marxista. Fuimos entrevistados por un palangrista sin escrúpulos que se dedica a manipular los comentarios de todo aquél que esté en contra de la tiranía. Sus palabras provenían de un discurso vacío, sin espíritu, habituado a un mismo guión repetido hasta el hastío. Nuestras respuestas fueron contundentes, al romper con el paradigma materialista que intentaba imponernos mediante su afilada lengua.

            Cuando pensó que el duelo estaba perdido, sacó su última carta dialéctica, luego de que denunciáramos al marxismo como apátrida y ateo para sorpresa de los marchistas quienes usaban rojas vestiduras sin saber su significado. El traficante de la infamia arrojó con ademán victorioso una pregunta que sorprende por su naturaleza aparentemente inocente pero profundamente malintencionada: “Si son tan nacionalistas, y son tan anti-marxistas y desprecian tanto al puntofijistmo, ¿por qué están marchando contra Chávez en una marcha de adecos y copeyanos apoyando a la CTV?

            Los aires de victoria que creía surcar el comunicador antisocial se transformaron inmediatamente en la más adversa de las tempestades, cuando respondimos que no defendíamos estructuras partidistas, que nuestra lucha era por la reivindicación del obrero venezolano. Más allá de un carné o una postura política, nuestras consignas estaban en defensa del trabajador venezolano, no de organizaciones. No somos ni adecos ni chavistas, somos nacionalistas.

Naturalmente la entrevista de más de cinco minutos que se había tornado en un verdadero enfrentamiento ideológico fue terminada abruptamente por los ahora humillados entrevistadores, quienes solo se atrevieron a trasmitir unos escasos segundos.

Más allá de las miradas atónitas, estaban los viles colaboradores del régimen, quienes a pesar de sus vestiduras “opositoras” no podían ocultar su enojo ante nuestro discurso reconciliador.

            ¿Qué clase de esperanza puede quedar en un país asediado y vejado a diario por un gobierno socialista teniendo como única oposición aparente un puñado de comunistas frustrados que acusan a Chávez de fascista mientras en secreto admiran sus postulados?

            La única respuesta es forjar un nuevo sendero político que desprecie tanto al actual régimen marxista como a sus predecesores quienes despojan las riquezas de ésta tierra desde 1958. Sobre nuestros hombros reposa la responsabilidad histórica de convertir a nuestro país en una verdadera potencia, que garantice la felicidad y bienestar de cada uno de sus habitantes.

viernes, 3 de agosto de 2012

Avanzada Oscurantista


                El cansancio y el hastío del siempre soñar llega a nuestra vidas bajo el pernicioso nombre de madurez, o al menos ese es el concepto que nos han vendido por siglos los más hábiles amantes del oscurantismo.

                En ocasiones anteriores he denunciado como los materialistas siempre han tomado como  bandera predilecta, la de un horizonte limitado, racional e inmediato. Los sueños y las ideas de grandeza son catalogados de utopías siempre y cuando puedan ser realizables por la humanidad. Bastaría proponer un verdadero cambio en la historia de nuestra especie para ser tildado de loco.

                Pero, ¿no es acaso la locura el más grande de los dones e incluso una señal de sabiduría cuando los “cuerdos” no hacen más que fracasar? Seamos ambiciosos una vez más y pensemos que hay futuro más allá del horizonte percibido por nuestros ojos. ¿Por qué hemos de conformarnos con lo “menos malo” cuando tenemos el derecho y deber de exigir lo mejor para nuestra sociedad?

                Estas son interrogantes que me he formulado a cada instante cuando me percato de cuanta mediocridad política se puede percibir a diario. Muchas veces, las masas cegadas por las promesas del oportunista de turno terminan bebiendo del veneno que se les ofrece para aplacar la sed de justicia que tienen.  Y todo esto a sabiendas de quienes hábilmente manejan los hilos del poder.

                Poniendo los pies sobre la tierra, tenemos en el panorama electoral dos opciones aparentemente diferentes, pero que encarnan a su modo un mismo discurso y un mismo proyecto de país. Muchos somos los que deseamos un cambio inmediato en las estructuras del poder nacional, pero es falso que obtengamos tan anhelado sueño con un simple cambio de vocero.

                Si analizamos a profundidad las propuestas esgrimidas por ambos candidatos, y más importante aún, las tendencias ideológicas detrás de cada uno, nos encontraremos con una vergonzosa y dura realidad: son dos caras de la misma moneda tiránica. Ambos proyectos se diferencian únicamente por una disposición alternativa del orden cromático en la estética electoral, más no presentan punto de distinción alguna en el proyecto de país. Ambos abogan por un modelo “democrático”, más bien demagógico, de socialismo.

                Por más adjetivos que pueda tener la palabra “socialismo”, siempre que parta de una base materialista se traducirá en un criterio de distribución de riqueza completamente pernicioso para la vida en sociedad,  pues pretende repartir los recursos de manera igualitaria, pisoteando por completo los méritos de quienes se esfuerzan más. Todo esto se hace con la intención de crear una sociedad conformista y vacía, que no tenga aliento ni voluntad de superarse, una sociedad de corderos, de animales de rebaño fáciles de controlar con el siempre útil mito democrático, donde triunfa quien mejor sepa mentir.

                Apartando el inminente fraude electoral, el cual cada día se perfila más en el horizonte, yo me rehúso enérgica y categóricamente a participar en este circo mediático llamado 7 de Octubre. Mi voto jamás servirá para legitimar opciones opuestas al bienestar de Venezuela.

                Lo que me queda es seguir haciendo llamados a la conciencia venezolana, nuestra sociedad debe despertar de éste terrible letargo. Sigue gobernada por un mismo partido indecoroso cuyas consignas cambia con elaboradas máscaras. Para que una tiranía, grupal o  unipersonal, pueda mantenerse en el poder en la era democrática, únicamente necesita aparentar la posibilidad de poder ser derrocada electoralmente. Al tener una oposición complaciente, cómplice y confabulada, todo régimen puede  extenderse a sus anchas sin temor a la represalia internacional.

                Ese es el papel que siempre ha hecho la Mesa de la Unidad Democrática: la de simples legitimadores del oscurantista, antipatriótico y mediocre gobierno socialista que mantiene sumida en el fango a nuestra amada Venezuela.

                La solución se haya  en crear un verdadero movimiento de carácter nacional, cuyos dirigentes se alejen por completo de las opciones que hasta ahora han sido presentadas por ambas caras de la misma infame moneda. Un clamor de dignidad cuyos gritos y pasos logren hacer temblar los mismos cimientos de éste oprobioso sistema. Un verdadero cambio que se obtenga mediante la redención nacional.

                Solo cuando los intereses de la Patria posean una jerarquía mayor a los intereses partidistas, obtendremos nuestro merecido sitial de honor entre las naciones del mundo.

martes, 20 de marzo de 2012

Nacionalismo del Tercer Milenio

Frente al océano de tendencias cada vez más profundo y ambiguo se nos presenta la necesidad casi antropológica de adoptar un estandarte de combate, tomando desde luego, las previsiones para evitar caer en un fiasco doctrinal.


En este ir y venir de discursos ornamentados con la pompa y el frenesí pero carentes de sentido práctico, hallamos la necesidad de analizar de manera detallada cada una de las opciones presentadas por los comerciantes de ideas llamados políticos, ha de ser nuestro pan de cada día revisar, desnudar, indagar y saborear cada una de las opciones ideológicas hasta dar con la luz perenne entre el mar de sombras.


Cada quien tendrá su enfoque, pero por mi naturaleza y modo de pensar, me concentraré en la importancia de la búsqueda de la verdad, una de las pocas cosas que podemos apreciar del pensamiento socrático, en caso de haber existido Sócrates y de no ser una simple proyección metafórica y literaria creada por Platón.


En cuanto a la verdad ¿qué es la verdad? Simplemente lo que no es falso, pero, ¿cómo saber que algo es falso? Confiando en nuestros sentidos e intuición. Al plasmar estas palabras, temo que puedo ser malinterpretado como el atrevido y socarrón que intentó resumir en un par de frases la historia del conocimiento humano. Mi atrevimiento está basado en torno a una herética premisa cuya sola mención haría dudar a cualquiera del grado intelectual de su emisor, al ser una bofetada verbal al actual paradigma de pensamiento:


“Existen verdades absolutas”.


El primer paso para dar con las verdades es asumir el reto de no dejarse influir por el espíritu maligno del relativismo. Una verdad jamás será falsa, una verdad es inmutable. No existen múltiples verdades, sino premisas falsas y enfoques erróneos que tratan de proyectar una verdad según el ponente desee. Es así como la esencia de un concepto no se modifica por más que los demiurgos intenten modificar su forma con máscaras y demás adornos. Aún así, esa premisa no me satisface, pues daría pie a que se creyeran que existen “múltiples verdades”, pudiendo ser unas más verdaderas que otras. De nuevo el fantasma del relativismo amenaza de nuevo, su meta es distraernos en nuestra prodigiosa búsqueda. Modifiquemos entonces la premisa:


“La Verdad es Absoluta”.


Más que un aforismo, es una sentencia. La Verdad es absoluta, y debido a que es única, deberá ser escrita con una “V” de victoria en mayúscula. La Verdad es entonces la más férrea y asidua de las espadas. Es la luz que como astro perenne derrota las sombras de la ignominia, umbras usadas por los amantes de la infamia para proyectar utopías degeneradas que culminan con la implantación de la esclavitud ante los falsos ídolos.


Para alcanzar la Verdad debemos derrotar en todo frente de batalla al relativismo, cuya sofista meta es la de objetar todo vestigio de Verdad, para remplazarla por el culto hacia el falso ídolo. Exigir la muerte al relativismo no es suficiente, es necesario el cese de su existencia por completo, pues capaz posterior a su muerte, se especule sobre si es o no un cadáver según el enfoque que cada relativista quiera darle, como buenos profetas de la dialéctica que son.


Terminado este interludio filosófico, procederemos a exponer la relación entre el pensamiento profundo del filósofo y del político.


“Lo creado por el espíritu es más vivo que la materia”.

Charles Baudelaire


Baudelaire en su infinito conocimiento, nos ilumina con la anterior premisa, lo espiritual ciertamente será siempre superior a lo material. Antes de caer en lo superfluo de catalogar lo anterior como una cita meramente teológica, debemos recalcar que lo espiritual se refiere al espíritu, en un sentido no solamente religioso, también filosófico, por lo que es sinónimo de intelecto. Es entonces, lo espiritual todo lo elevado hallado en las ciencias de lo intangible, toda composición, concepto o ser cuyo plano no se haya en lo material o corpóreo.


Las ideas son composiciones espirituales, y las ideas sublimes son arte.


Pese a que nuestro cuerpo es una prisión material, la naturaleza designa al cerebro como una justa tiara orgánica cuya estratégica ubicación nos recuerda la perenne jerarquía del ser humano: lo intelectual está por encima de lo material. Deberíamos componer una oda a nuestras augustas cienes, centinelas físicas de la mente. Nuestros instinto lo sugiere, nuestra intuición lo aclara y la naturaleza misma lo confirma. Lo espiritual está por encima de lo material. Que sea este recordatorio la oración de inicio en cada misa.


Haced un recuento de lo más noble y grato sobre la faz de la tierra hecho alguna vez por el hombre. Son las artes como la música, la pintura, la literatura y demás afines cautivadores, el maná que confirma nuestra teoría. Lo sublime de la humanidad es su capacidad de trascender pese a la muerte física, hace mucho que el cadáver de Antonio Vivaldi pasó a ser polvo, pero el corazón de su música, de su obra intelectual, todavía sigue latiendo. Son los trabajos intelectuales los que otorgan al hombre la verdadera inmortalidad, el recuerdo a través de generaciones y épocas de sus acciones. Es el intelecto en verdad, lo que fue creado por el espíritu y por ende, no solo más vivo que lo material, sino más longevo.


¿No es acaso una razón para morir el asegurar la vida de tan magnas obras? ¿No es acaso el arte y sus diferentes manifestaciones una demostración de lo trascendental que puede llegar a ser la especie humana?


Ya bajando de las nubes filosóficas y cayendo en el terreno realista de la política, podemos observar como cada ser humano presenta un carácter y un espíritu forjado en parte por el ambiente y en parte por los caracteres hereditarios y metafísicos del individuo en cuestión. Siendo cada perfil único, es razonable llegar a pensar que cada mente debería alcanzar a ser capaz de proyectar obras intelectuales sumamente diferentes a las que puedan proyectar sus semejantes. Pero, en la práctica vemos como diferentes pueblos son capaces de generar composiciones intelectuales con innumerables características en común, como lo pueden ser el mismo ritmo o el uso de instrumentos similares en la música, o también la selección de un mismo lenguaje en sus obras literarias.


A estos puntos en común que se hayan en distintas composiciones intelectuales provenientes de un mismo pueblo se le llaman “cultura”. Y es la cultura, el nivel más elevado de la gnosis artística, es la cultura uno de los fines últimos de toda comunidad de individuos. La cultura es la dádiva que una generación preserva y otorga a los seres del mañana. La cultura es el producto de los esfuerzos intelectuales mancomunados, de crear una verdadero ídolo y salvador, un avatar de gloria a través del arte. La cultura es lo que hace grande al ser humano.


Quien se atreva a oponerse a la cultura, deberá ser castigado y fulminado por el martillo de la justicia. Quien ame la barbarie de la ignominia deberá ser borrado del libro de la vida.


En este punto, el lector podrá también darse cuenta que existen múltiples culturas, proyecciones intelectuales de pueblos enteros que difieren entre sí. La explicación a este hermoso fenómeno es simple: A pesar que los individuos que conforman un pueblo puedan ser semejantes entre ellos, son muy diferentes a los que componen un pueblo ajeno. En este orden de ideas, podemos afirmar de manera fervorosa y sin duda alguna que:


“No somos iguales”.


Cada uno de nosotros como ser individual y cada uno de nuestros pueblos como seres en colectividad, son únicos, diferentes e irrepetibles. Quien afirme que “todos somos iguales” no solo se convierte en un defensor irremediable de la mentira, sino que además nos deja ver el grado de intolerancia que reside en su interior, pues no pudiendo aceptar las diferencias entre los hombres decide tratar de opacarlas al difundir el credo de la igualdad. Quien te dice “eres igual a mí”, te desprecia, al querer convertirte en su mero reflejo y negarte la voluntad ser único.


Un último elemento del análisis sería el como se conforman los puntos culturales comunes en cada pueblo. Debido a que cada conjunto de individuos compartió el mismo hábitat trascendiendo los límites generacionales, sus características físicas y mentales fueron forjados por la naturaleza según las necesidades que exigía el ambiente en el cual residían. Esta evolución se intensifica en el hombre cuando de nómada pasa a sedentario, pues cada tribu empezó a generar características hereditarias acordes a su entorno y al entorno de sus ancestros. Fue el apego a la tierra el génesis de las múltiples diferencias étnicas y culturales entre los pueblos, diferencias que forjaron el acervo cultural de cada estirpe al proyectar mediante composiciones intelectuales al mundo que sus sentidos percibían.


La eliminación de estas condiciones traería como consecuencia un retroceso paulatino en el plano cultural. En caso de existir condiciones ambientales demasiado semejantes entre sí, lo más probable es que los individuos que residen en dichos puntos involucionen a un estado primitivo culturalmente en que se parezcan entre sí. En resumidas cuentas, el irrespeto a las diferencias entre los pueblos traería el fin paulatino de lo que conocemos como cultura, dejando de ser rica y diversa a convertirse en un traste genérico igual en cualquier parte del mundo.


Es así como estas características físicas y lo más importante, intelectuales, fueron heredadas por generaciones de hombres y mujeres que con el paso del tiempo mejoraban la forma pero conservaban la esencia de su cultura. Finalmente, del concepto de tribu se evolucionó al de pueblo, y más avanzado aún llegó a su apoteosis con la Nación, me disculpo por lo abrupto de la explicación al obviar otras formas de organización como el feudo o la ciudad-Estado. La Nación es entonces, la unidad política e incluso antropológica por excelencia, pues en su seno protege los rasgos comunes de elementos culturales, étnicos y lingüísticos que comparten los pobladores de un determinado territorio.


Política.


Teniendo como aristas de la Verdad, la existencia de diferencias culturas y la necesidad de reivindicar la cultura como rectora de nuestras vidas, podemos en materia política denunciar como falsa toda doctrina que reniegue de los principios anteriormente expuestos. Siendo entonces el materialismo, el igualitarismo y todo lo que atente contra las culturas nacionales los enemigos de la Verdad.


En este orden de ideas podemos denunciar tranquilamente al pensamiento marxista como un elemento deformador cuya existencia se basa en la maligna necesidad de acabar con la diversidad cultural e individual. El marxismo al negar la existencia de las patrias y al catalogar a la nación “como un invento de la burguesía para dividir al proletariado”, demuestra lo alejado que esta de la verdad. Además, su ideal igualitario impide el crecimiento individual y la autosuperación, al pretender que cada ser humano deba avanzar al mismo paso que su semejante, sin tomar en cuenta el grado de esfuerzo invertido por el otro. ¿Es justo que quienes se esfuercen en niveles completamente diferentes reciban la misma remuneración? Por supuesto que no. Ya el marxismo se declara enemigo de la humanidad con la siguiente frase: “De cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad”. Una lapidaria ofensa a la moral y dignidad del ser humano. Es inaudito tolerar cualquier intento de eliminar la jerarquía natural. Es absurdo pretender que un vago, por ejemplo, reciba la misma remuneración que un profesional simplemente porque también es un ser humano. La verdadera doctrina acorde con la Verdad sería “De cada cual según su capacidad, a cada cual según su mérito”. Mérito es entonces la palabra clave, el mérito de tener y explotar la Voluntad de Poder que yace en nosotros, el mérito de querer superarnos a nosotros mismos cada día, el mérito de vivir y no simplemente sobrevivir.


Toda senda derivada del marxismo, como el comunismo, la social democracia, el progresismo y un grueso et cetera, son diferentes rostros de una misma infamia, cuyos pilares doctrinarios son anti-naturales e incluso inmorales. El marxismo al renegar de la nación reniega de la cultura, reniega del espíritu, reniega de lo trascendental y le niega la inmortalidad ya sea histórica o teológica al ser humano. El marxismo es el enemigo de todo amante de la Verdad.


“1848 sólo fue divertido porque cada uno fabricaba utopías como castillos en el aire. 1848 sólo fue hermoso por su exceso de ridículo”.

Charles Baudelaire


1848, año fatídico en que fue publicado por vez primera el “Manifiesto del Partido Comunista”, misal de infamia y profeta del “materialismo histórico”. Prácticamente pretende declarar como cierto todo aquello que ya hemos denunciado como falso. Los demiurgos* intentan nuevamente proyectar con sus trucos la mentira como verdad, atrayendo a las masas y construyendo un sendero basado en premisas afortunadamente inalcanzables, cuyo fin último es establecer la teocracia de los profetas, siendo el caso de la Unión Soviética una teocracia esclavizante donde el papel del sumo sacerdote lo asumía el jefe del partido comunista, cruel parco teólogo, que con su guadaña dialéctica, ayudada desde luego con la siempre sutil magia del plomo y del fuego, le arrancaba al pueblo ruso elementos esenciales para el crecimiento intelectual como la propiedad privada o la búsqueda de los trascendental.


*Nota para el lector: Los demiurgos eran artesanos conocidos por los griegos por sus habilidades en los espectáculos de humo y espejos. Fueron los primeros ilusionistas de la humanidad.


Tampoco se salva el germen revolucionario y antecesor predilecto del marxismo, no se nos puede escapar la primera izquierda que vislumbró el mundo. El liberalismo es la cara primigenia de una misma moneda basada en falsos supuestos. El liberalismo fue el gran agente masificador que en su época revolucionaria pregonó la existencia de un mundo no espiritual, donde lo metafísico fuera ignorado de manera obligatoria en aras de crear una sociedad “más racional”.


Hoy desean idealizar aquél desfile grotesco y sangriento que fue la Revolución Francesa, aquél espectáculo carnal y pasional dirigido por las mentiras de los demiurgos de antaño. La Revolución Francesa de francesa no tiene nada, debería llamarse Revolución Liberal en Francia, pues el liberalismo niega también la importancia de las naciones, al pretender borrar de la faz de la tierras las fronteras políticas con el escueto y vacío argumento de mejorar las relaciones económicas entre los diferentes pueblos.


En resumidas cuentas, el liberalismo antepone los intereses económicos, es decir materialistas, a la importancia del desarrollo cultural. No faltará el liberal ilustrado que intente desarmar nuestra defensa con un vacío “el liberalismo promueve la importancia de la educación de la sociedad”. Intrépida jugada en el ajedrez político, pero falaz al fin de cuentas, pues lo pondremos en jaque de inmediato al interrogarle: ¿La educación que promueve el liberalismo es en pro de las letras y la cultura o de simples fórmulas para acumular dinero? Que ha nadie le sorprenda el hecho, que en la actualidad las artes y la cultura han sido subyugadas por los intereses empresariales, después de todo, el liberalismo educó a gran parte de la humanidad para ello.


Observad la decadencia continua que se hace cada vez más presente entre las grandes estrellas musicales de hoy.


La música es capaz de reflejar el grado de potencia intelectual de una sociedad.


Esa premisa debería otorgarle alegría a quienes vivieron durante el período conocido como barroco, pero a nosotros nos causa pena e indignación. Nuestra sociedad se dirige de manera desmesurada y a prisa hacia el fondo del foso. Lo peor de todo es que esta operación esta siendo llevada a cabo por los actuales amos del mundo. Cada casa disquera, cada empresa que financia la entrega de premios Grammy, por ejemplo, posee un poder inimaginable sobre la cultura nacional. Cuando se le entrega un Grammy Latino a un delincuente, en realidad se le está entregando un cetro de poder a un demonio. No es una simple premiación, es una verdadera ceremonia espiritual y energética donde se impone que música debe ser escuchada, es el espacio donde de manera directa te ordenan que gustos musicales debes tener para encajar como una pieza cualquiera en este rompecabezas nauseabundo llamado sociedad contemporánea.


Gracias al liberalismo, los individuos se convirtieron en masas de corderos que aguardan impacientes por el mandato de aquél pastor de pastores, de aquél titan conocido como empresas trasnacionales. Son aquellos profetas que con sus palabras y con su dinero son capaces de derrumbar sociedades, derrocar gobiernos y demoler fronteras. “Menos poder para el Estado” repiten los liberales, pero más poder para las trasnacionales es lo que desean o al menos logran, al menospreciar los intereses nacionales y perseguir una agenda completamente privada y oculta que involucra la vida de los millones de habitantes del planeta.


La decadencia por supuesto que es provocada, recuerda que mientras más conformista y menos exigente sea una persona, más fácil será venderle un producto, así sea chatarra.


El despertar de esta pesadilla, cuyos tejidos son cánticos de sirenas materialistas lo hallaremos en una senda que realmente reivindique la importancia de los valores relacionados con la Verdad como lo son el Honor y la Justicia y que se eleve lo más alto posible aquél hermoso paraíso intelectual conocido como cultura.


La respuesta se halla en el nacionalismo, elemento político que comprende la importancia fundamental del respeto a las culturas nacionales y que tiene como misión la mejoría de las condiciones morales, intelectuales, físicas y espirituales de los habitantes de una nación. Es el nacionalismo aquél bastión de lucha que con mano firme ahuyentará los intereses materialistas tanto del marxista como del liberal.


Nuestro legado para las demás generaciones, será la construcción de un mundo donde se respete la diversidad tanto étnica como cultural y en donde se enarbolen como banderas de lucha ideales más elevados que nuestra existencia misma.


Luchar por la nación es hacer cultura.


Debemos entonces tomar cada una de las luces dejadas por grandes hombres e imperios, como antecedentes gloriosos de los que será nuestra propia gesta. Nuestra cruzada identitaria se caracterizará por la búsqueda de la Verdad, al mostrar los verdaderos héroes en una historia parcializada donde los vencedores trataron de satanizar a próceres como el General Marcos Pérez Jiménez, para ocultar en sus supuestos pecados, la gigantesca negligencia y oscurantismo que caracterizaron sus gestiones gubernamentales.


Hemos de tomar el ejemplo del nacionalismo primigenio, aquél enérgico movimiento del siglo XIX que consiguiera la unificación de naciones dividas anteriormente por fronteras vacías sin significación cultural alguna. Debemos buscar nuevamente aquellos elementos que compartimos con los demás compatriotas y establecer la importancia de nuestra nacionalidad por encima de la clase social o cualquier otra diferencia materialista y efímera pregonada por el marxismo o el liberalismo.


Ya el infame de Gramsci emprendería la batalla por la Hegemonía Cultural de Izquierda. De nosotros queda derrumbar ese paradigma y crear uno nuevo donde la nación sea el ápice de mayor importancia.


Nuestro nacionalismo pese a tener una gran tradición y una incomparable columna doctrinaria, jamás deberá tener el aroma al moho proveniente de libros guardados cuyas páginas jamás se leyeron. Debemos desempolvar los viejos códices, aprender de ellos y convertir en arquetipos del luchador intelectual a sus dignos y honorables autores, pero no conforme con ello debemos romper las tablas de esta sociedad infecunda y fétida. Debemos darle fin a este pantano, a este letargo intelectual. Debemos rezar nuevamente “para que la rosa florezca, la hierba debe arder”. Hagamos temblar los cimientos de la sociedad emprendiendo una nueva cruzada, cuyas espadas no pueden quedarse en lo físico, deben trascender también y realizar una verdadera guerra cultural e intelectual.


Con plumas y espadas, superemos las glorias pasadas.


No es suficiente rememorar el pasado glorioso, tampoco revivirlo. Necesitamos superarlo y demostrarnos como nación que podemos ser aún más grandes. Esa es la meta de nuestro nuevo nacionalismo... Nacionalismo del Tercer Milenio.






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