sábado, 18 de agosto de 2012

Contra el Desarme Civil


...No me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya el desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatomía económica de éstas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases...”
                        
Karl Marx, Carta a Joseph Weydemeyer, 5 de marzo de 1852

            Contadas serán las veces en que inicie un escrito citando como preámbulo la obra del algún infame enemigo de la especie humana, como lo fue Karl Marx, pero ciertos tópicos requieren que el lector comprenda a qué nos estamos enfrentando, pues como diría tanto la Biblia como Sun Tsu, debemos conocer a nuestros enemigos.

            Reiteradas veces, los dirigentes del actual gobierno han hecho énfasis en la raíz ideológica marxista en la que basan sus actuaciones políticas, de manera orgullosa y hasta pedante han tratado de demostrar su antigua filiación a guerrillas comunistas como si de un enorme mérito se tratara. Se hinchan el pecho al relatar como si fuese una proeza el cómo coordinaron alguna vez junto al ejército cubano la invasión de Machurucuto el 10 de mayo de 1967, donde mártires de nuestras Fuerzas Armadas derramaron su sangre en el campo de batalla para evitar la infiltración marxista que éstos apátridas preparaban.

            Son éstas bestias las que pretenden implantar la más cruel de las tiranías bajo el traje democrático confeccionado a su medida por una “oposición” controlada por completo por los altos funcionarios del gobierno. Para lograr tan infame objetivo, los marxistas se valen del resentimiento y la mentira para convencer a la mitad de la población de batirse en duelo mortal contra la otra parte, generando con ésta masacre un gobierno tiránico que busca justificar su existencia argumentando que es la voluntad del pobre y del oprimido la que ellos defienden.

            Este guión está basado en la interpretación lógica de los escritos de Marx, los cuales llaman a la “lucha de clases”, supuesta batalla que se dará a cabo entre las dos principales clases sociales, “burguesía y proletariado”. La síntesis de éste enfrentamiento será el surgimiento de la “Dictadura del Proletariado”, donde el oprimido de ayer tendrá la oportunidad de ser el opresor del mañana.

            “La tiranía del esclavo es la peor de todas, porque éste gobernará con resentimiento.

Esa era la opinión que Platón esgrimía en “La República” sobre una posible subversión del orden natural de las cosas siglos antes del nacimiento de la tesis marxista. Y no está demás señalar la aptitud revanchista con que cada dirigente del PSUV se pronuncia y actúa: la desarticulación paulatina de la institución castrense responde a una vendetta en nombre de los intentos frustrados de implantar el comunismo a la fuerza, además de una táctica para asegurar la lealtad de las armas en el país.

Desafortunadamente para los amantes de la infamia, el análisis social realizado por Karl Marx es completamente falaz y deleznable, empezando por el hecho de que nuestra sociedad tiene numerosos estratos que por sus diferencias sociales y económicas se nos hace imposible categorizarlas como “burgueses” o “proletarios”. Para solventar éste craso error, el marxista acusa a los estratos intermedios de no poseer “consciencia de clase”, por lo que supuestamente el sistema lo convierte en un simple peón al servicio del capital.

Comprendiendo el significado del discurso marxista, podemos analizar cómo el gobierno socialista de Venezuela, presidido por el Foro de Sao Paulo, está cada día más cerca de iniciar la Lucha de Clases. El principal obstáculo que tienen es la existencia de una numerosa y trabajadora “Clase Media”, que actúa como barrera entre el enfrentamiento de los dos extremos de la escala económica. La clase media es el tercer factor, la otra variable de la ecuación que impide la lucha sin cuartel y sin piedad entre los hijos de una misma nación.

Naturalmente, el marxismo buscará la eliminación a como dé lugar de la clase media nacional. Esto explica la “proletarización” paulatina de la clase media ejercida por el gobierno nacional. El giro indecoroso y catastrófico que dio nuestra economía cada vez más vejada no se debe a la “mala administración” del gobierno como pretenden hacer ver los agentes de la “Mesa de la Unidad Democrática”. Todo lo contrario, la economía venezolana está en manos de economistas y analistas completamente expertos y capaces, cuya única misión consiste en empobrecer lo más posible a la clase media, hasta lograr su desaparición por completo. Eliminando ése “muro de contención” no existirá mayor desafío al momento de hacer “el llamado a la liberación del proletario” mediante la vía armada.

Y justamente son las armas el tema central de éste escrito. El gobierno nacional intentará implantar su tan anhelada “dictadura del proletariado”, pero para esto no puede utilizar de manera frontal a la institución castrense, pues justificaría con ello la intervención de entes internacionales que catalogarían como una acción forajida el enfrentamiento de militares con civiles. No, ésta lucha tendría que ser entre civiles, siendo el gobierno el director de tan macabra orquesta. Es por estos motivos que los agentes de la tiranía promueven la creación de campos de instrucción guerrillera y también es la razón por la cual el gobierno sigue suministrando armas a “colectivos” y grupos paramilitares como “La Piedrita”.

La historia jamás ha sido responsable de los errores del ser humano, es el hombre mediocre el único causante de sus desgracias al querer ignorar los llamados de atención que aguardan en cada libro de historia. Cuando los gobiernos han intentado trasgredir los derechos inherentes a la condición de ciudadano, se han topado con la resistencia civil, cuya utilidad y eficacia depende en el grado de intransigencia y combatividad que la sociedad civil esté dispuesta a adoptar.

Es por algo que los grandes cambios políticos no se alcanzaron precisamente por la vía del sufragio, pretender detener la implantación de una tiranía con votos es irrisorio y hasta irresponsable.

Es en éste punto angular donde entra en discusión la tan aclamada “Ley Desarme”. Según la “oposición”, la Ley Desarme es necesaria para reducir los altos índices de criminalidad, obviando por completo el hecho de que un profesional del crimen, un ser dedicado al asesinato, robo y extorsión jamás se arriesgaría al adquirir un arma de fuego por la ya engorrosa vía legal. El hampón obtiene sus “herramientas de trabajo” directamente del mercado negro, muchas veces promovido por el mismo gobierno.

Ante nuestra lógica objeción, la MUD argumenta que el hampón se siente atraído al crimen por la posibilidad de que un civil esté armado, lo cual lo convierte en un “apetitoso” botín dado el alto coste que tiene un arma de fuego en el mercado negro. Mi respuesta es que lo único que lograrán será quizás reducir el número de creyentes en los “Santos Malandros”, que es la manera esotérica en que los hampones se “protegen” o “evitan” encontrarse con un civil armado. Al mantener cada vez más indefensa a la población, el hampón encontrará todo un universo de desamparados para poder delinquir a sus anchas. No es de extrañar que se contagie el fenómeno del crimen recreacional, tristemente célebre en Venezuela, en que el criminal comete sus fechorías no por necesidades económicas sino psicológicas, pues de ese modo encuentra entretenimiento.

Como venezolanos, debemos reivindicar nuestro derecho a portar armas de fuego de manera legal, pues de ello depende nuestra seguridad frente a la incapacidad gubernamental, además de convertirse en un obstáculo constante a la implantación de una tiranía. Quienes desde la oposición hablan de conciliación y piden a gritos la “Ley Desarme”, únicamente contribuyen a la profundización y empoderamiento del actual sistema socialista, el cuál se transformará en comunista cuando logre abolir la familia, la propiedad privada, la religión, las clases sociales y nuestra identidad nacional.

¿Qué hacer? La respuesta es más que evidente, movilizarnos como sociedad civil en contra de la Ley Desarme pese a que los dirigentes tanto del chavismo como la oposición la avalen. Necesitamos por el bien de nuestra patria defender la tenencia legal de armas de fuego si es que todavía sentimos el anhelo por una Venezuela libre de toda tiranía.

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