“...No me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las
clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho antes que yo,
algunos historiadores burgueses habían expuesto ya el desarrollo histórico de
esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatomía económica de
éstas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia
de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la
producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura
del proletariado; 3) que esta misma dictadura no es de por sí más que el
tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin
clases...”
Karl
Marx, Carta a Joseph Weydemeyer, 5 de marzo de 1852
Contadas serán las veces en que inicie un escrito citando
como preámbulo la obra del algún infame enemigo de la especie humana, como lo
fue Karl Marx, pero ciertos tópicos requieren que el lector comprenda a qué nos
estamos enfrentando, pues como diría tanto la Biblia como Sun Tsu, debemos
conocer a nuestros enemigos.
Reiteradas veces, los dirigentes del actual gobierno han
hecho énfasis en la raíz ideológica marxista en la que basan sus actuaciones políticas,
de manera orgullosa y hasta pedante han tratado de demostrar su antigua
filiación a guerrillas comunistas como si de un enorme mérito se tratara. Se
hinchan el pecho al relatar como si fuese una proeza el cómo coordinaron alguna
vez junto al ejército cubano la invasión de Machurucuto el 10 de mayo de 1967,
donde mártires de nuestras Fuerzas Armadas derramaron su sangre en el campo de
batalla para evitar la infiltración marxista que éstos apátridas preparaban.
Son éstas bestias las que pretenden implantar la más
cruel de las tiranías bajo el traje democrático confeccionado a su medida por
una “oposición” controlada por completo por los altos funcionarios del
gobierno. Para lograr tan infame objetivo, los marxistas se valen del
resentimiento y la mentira para convencer a la mitad de la población de batirse
en duelo mortal contra la otra parte, generando con ésta masacre un gobierno
tiránico que busca justificar su existencia argumentando que es la voluntad del
pobre y del oprimido la que ellos defienden.
Este guión está basado en la interpretación lógica de los
escritos de Marx, los cuales llaman a la “lucha de clases”, supuesta batalla
que se dará a cabo entre las dos principales clases sociales, “burguesía y
proletariado”. La síntesis de éste enfrentamiento será el surgimiento de la “Dictadura
del Proletariado”, donde el oprimido de ayer tendrá la oportunidad de ser el opresor
del mañana.
“La tiranía del
esclavo es la peor de todas, porque éste gobernará con resentimiento.”
Esa era la opinión que Platón esgrimía en “La República” sobre una posible
subversión del orden natural de las cosas siglos antes del nacimiento de la tesis
marxista. Y no está demás señalar la aptitud revanchista con que cada dirigente
del PSUV se pronuncia y actúa: la desarticulación paulatina de la institución
castrense responde a una vendetta en
nombre de los intentos frustrados de implantar el comunismo a la fuerza, además
de una táctica para asegurar la lealtad de las armas en el país.
Desafortunadamente
para los amantes de la infamia, el análisis social realizado por Karl Marx es
completamente falaz y deleznable, empezando por el hecho de que nuestra sociedad
tiene numerosos estratos que por sus diferencias sociales y económicas se nos
hace imposible categorizarlas como “burgueses” o “proletarios”. Para solventar
éste craso error, el marxista acusa a los estratos intermedios de no poseer “consciencia
de clase”, por lo que supuestamente el sistema lo convierte en un simple peón
al servicio del capital.
Comprendiendo
el significado del discurso marxista, podemos analizar cómo el gobierno
socialista de Venezuela, presidido por el Foro de Sao Paulo, está cada día más
cerca de iniciar la Lucha de Clases. El principal obstáculo que tienen es la
existencia de una numerosa y trabajadora “Clase Media”, que actúa como barrera
entre el enfrentamiento de los dos extremos de la escala económica. La clase
media es el tercer factor, la otra variable de la ecuación que impide la lucha
sin cuartel y sin piedad entre los hijos de una misma nación.
Naturalmente,
el marxismo buscará la eliminación a como dé lugar de la clase media nacional. Esto
explica la “proletarización” paulatina de la clase media ejercida por el
gobierno nacional. El giro indecoroso y catastrófico que dio nuestra economía
cada vez más vejada no se debe a la “mala administración” del gobierno como
pretenden hacer ver los agentes de la “Mesa de la Unidad Democrática”. Todo lo
contrario, la economía venezolana está en manos de economistas y analistas
completamente expertos y capaces, cuya única misión consiste en empobrecer lo
más posible a la clase media, hasta lograr su desaparición por completo.
Eliminando ése “muro de contención” no existirá mayor desafío al momento de
hacer “el llamado a la liberación del proletario” mediante la vía armada.
Y
justamente son las armas el tema central de éste escrito. El gobierno nacional
intentará implantar su tan anhelada “dictadura del proletariado”, pero para esto
no puede utilizar de manera frontal a la institución castrense, pues
justificaría con ello la intervención de entes internacionales que catalogarían
como una acción forajida el enfrentamiento de militares con civiles. No, ésta
lucha tendría que ser entre civiles, siendo el gobierno el director de tan
macabra orquesta. Es por estos motivos que los agentes de la tiranía promueven
la creación de campos de instrucción guerrillera y también es la razón por la
cual el gobierno sigue suministrando armas a “colectivos” y grupos
paramilitares como “La Piedrita”.
La
historia jamás ha sido responsable de los errores del ser humano, es el hombre
mediocre el único causante de sus desgracias al querer ignorar los llamados de
atención que aguardan en cada libro de historia. Cuando los gobiernos han
intentado trasgredir los derechos inherentes a la condición de ciudadano, se
han topado con la resistencia civil, cuya utilidad y eficacia depende en el grado
de intransigencia y combatividad que la sociedad civil esté dispuesta a
adoptar.
Es
por algo que los grandes cambios políticos no se alcanzaron precisamente por la
vía del sufragio, pretender detener la implantación de una tiranía con votos es
irrisorio y hasta irresponsable.
Es
en éste punto angular donde entra en discusión la tan aclamada “Ley Desarme”.
Según la “oposición”, la Ley Desarme es necesaria para reducir los altos
índices de criminalidad, obviando por completo el hecho de que un profesional
del crimen, un ser dedicado al asesinato, robo y extorsión jamás se arriesgaría
al adquirir un arma de fuego por la ya engorrosa vía legal. El hampón obtiene
sus “herramientas de trabajo” directamente del mercado negro, muchas veces
promovido por el mismo gobierno.
Ante
nuestra lógica objeción, la MUD argumenta que el hampón se siente atraído al
crimen por la posibilidad de que un civil esté armado, lo cual lo convierte en
un “apetitoso” botín dado el alto coste que tiene un arma de fuego en el mercado
negro. Mi respuesta es que lo único que lograrán será quizás reducir el número
de creyentes en los “Santos Malandros”, que es la manera esotérica en que los
hampones se “protegen” o “evitan” encontrarse con un civil armado. Al mantener
cada vez más indefensa a la población, el hampón encontrará todo un universo de
desamparados para poder delinquir a sus anchas. No es de extrañar que se
contagie el fenómeno del crimen recreacional, tristemente célebre en Venezuela,
en que el criminal comete sus fechorías no por necesidades económicas sino
psicológicas, pues de ese modo encuentra entretenimiento.
Como
venezolanos, debemos reivindicar nuestro derecho a portar armas de fuego de
manera legal, pues de ello depende nuestra seguridad frente a la incapacidad
gubernamental, además de convertirse en un obstáculo constante a la implantación
de una tiranía. Quienes desde la oposición hablan de conciliación y piden a
gritos la “Ley Desarme”, únicamente contribuyen a la profundización y empoderamiento
del actual sistema socialista, el cuál se transformará en comunista cuando
logre abolir la familia, la propiedad privada, la religión, las clases sociales
y nuestra identidad nacional.
¿Qué
hacer? La respuesta es más que evidente, movilizarnos como sociedad civil en
contra de la Ley Desarme pese a que los dirigentes tanto del chavismo como la
oposición la avalen. Necesitamos por el bien de nuestra patria defender la
tenencia legal de armas de fuego si es que todavía sentimos el anhelo por una
Venezuela libre de toda tiranía.
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